Decia Chumy Chúmez en una tira comica que "el problema de mi generacion es que fuimos hijas de padres no deseados", lo que visto con la optica de lo que está pasando con la violencia domestica (de género dicen los puristas) se vuelve menos cómico y mas real, mas dramático. En el origen están las siempre complicadas relaciones afectivas (acabo de leer una nueva revista de psicologia aplicada y estoy pensando en profundizar, en alguna relacion) como bien señala aquel tango "Aquel tapado de armiño, todo forrado de lamé, que tu cuerpito abrigaba al salir del cabaret, me resultó a fin de cuentas mas durable que tu amor: El tapao lo estoy pagando, y tu amor ya se acabó".
Pero en la mayoria de las historias que salen en las noticias se les olvida que nunca un marido podrá ser tan bien vengado como por el amante de su esposa, o precisamente por eso acaban las cosas como acaban. Dice un amigo que el colmo de un marido es que su esposa le ponga los cuernos con el amigo de la amiga de su marido. Un trabalenguas para cuando estemos menos espesos.
En estas cuestiones yo me quedo con Voltaire cuando dijo que la sociedad depende de las mujeres. Los pueblos que tiene la desgracia de encerrarlas son insociables. Y hoy sabemos ademas que la violencia de los radicales musulmanes tiene mucho que ver con su desconfianza hacia sus mujeres, o mas bien hacia los amigos de sus amigas.
Viene a colacion del articulo de Lorenzo Cordero de hoy en La Voz de Asturias sobre Alicia Castro Masaveu, que en las quinielas se baraja como proxima candidata a la Presidencia del Principado por los buenos apoyos en Madrid y los que ha tenido en Oviedo cuando era concejala con Gabino. A las mujeres en politica siempre se le suponen apoyos firmes, masculinos, se entiende, aunque lo mas probable es que la mayoria de los politicos lo tengan todo tan poco firme como sus propias convicciones, si exceptuamos a Cascos que ha demostrado cualidades. Todo esto porque el candidato Ovidio es flojeras y parte como derrotado ante Areces y el propio Gabino, la gran esperanza blanca, está muy a gusto en su Oviedin y es un peligro publico con un whisky en la mano.
Salud
Alvaro
P.D.: Como formula para ligar, Arturo Fernandez propone un comienzo cauto: "Chatina, ¿yo a ti te gusto?".
ALICIA ´SUPERSTAR´
La exedil conserva su escaño en el Congreso y se especializa en la técnica ´zaplanista´ con soltura
LORENZO Cordero
Cuando en esa inmensa factoría de ideas orgánicas, que don Manuel Fraga Iribarne tiene --o tenía-- instalada en su soberbia cabeza, se pensó que había llegado el momento de sustituir las viejas siglas del partido Alianza Popular por otras que le aportaran la frescura que había perdido AP, apareció en el mercado nacional de las ideas españolistas una (supuesta) nueva marca: PP (Partido Popular). Fue un mero cambio superficial, pero suficiente para emprender una nueva etapa de actividades políticas con caras también nuevas. En Asturias, con el PP flamante apareció una atractiva sección femenina , que le aportó a la severa adustez que el casquismo le impregnaba al partido el dulce encanto e las jóvenes promesas españolistas asturianas.
A Mercedes Fernández --familiarmente, Cherines -- y Alicia Castro Masaveu, les tocó la tarea de romper el hielo en su masculinizado partido de la derecha interpretando el papel de una nueva conciencia femenina en el mundo de la política, tan excesivamente controlado por los varones. Hasta ese momento, lo natural era que, en el partido, la mujer se ocupara de la intendencia, dejándole al hombre las duras tareas de la tribuna. Ambas mujeres iniciaron --aquí, en Asturias-- el papel público de la mujer en las cuestiones de Estado. Para la derecha asturiana, tan conservadora como enemiga de las innovaciones, ésto fue una revolución. (En la izquierda española, esas funciones preeminente de la mujer tienen una historia mucho más antigua; prácticamente, desde la Segunda República.)
Pero Mercedes Fernández fue engullida demasiado pronto por los caníbales que bullen en su propio partido. Casi no le dieron tiempo para que demostrara la calidad de su formación política en el Congreso de los Diputados. Luego la recluyeron en la canonjía de la Delegación del Gobierno en Asturias, la versión democrática del antiguo Gobierno Civil de la Provincia. Ahí, la aparcaron y le pusieron punto y final a su malograda carrera política.
En cambio, Alicia Castro conserva, con cierta notoriedad en el staff del PP, su escaño en el Congreso de los Diputados, al lado de Eduardo Zaplana, experto en palindromos políticos... La señora diputada se especializa en la técnica zaplanista con singular soltura.
Esto le ha proporcionado, probablemente, un buen blindaje a su estatus frente a posibles maniobras gastronómicas de sus propios correligionarios. Se desenvuelve muy bien con la zaplanadera del PP, y no se queda corta utilizando la máquina de picar carne socialdemócrata. Con estas dos cualidades ha conseguido demostrar su enorme capacidad para mantener cualquier clase de juegos florales con visos de arriscada oposición. No hay que olvidar que Alicia Castro se inició en el negocio de la política siendo concejal del Ayuntamiento de Oviedo, bajo la dirección de un hombre que ha conseguido convertir la política municipal en un auténtico régimen político.
Alicia Castro, que suele poner su énfasis genético en el segundo de sus apellidos, (Masaveu), le aporta a la derecha el argumento de la mujer emancipada políticamente; lo cual, constituye un detalle de alta progresía en un partido que ha sido perfectamente urdido sobre el antiguo cañamazo del conservadurismo a ultranza de la histórica derecha española. En este sentido, la diputada Alicia Castro ya está más lejos del inicial casquismo , pero mucho más cerca del aznarismo : esa torrencial catarata de las fuentes ideológicas del españolismo revitalizado por el franquismo posmoderno, que tan bien y con tanto ahínco programático representa José María Aznar y López.
En cierta manera --aunque haya que contemplar el fenómeno político, que representa Aznar, al bies-- se podría decir que lo que ha pretendido hacer el expresidente que intimó con Bush ha sido el intento de impulsar una perestroika en el seno de la propia Transición, para intentar la reintroducción de los aún activos principios residuales del franquismo, en la moderna democracia española.
ESTA ES,al parecer, la tarea que les ha sido encomendada a los aznaristas, ya sean zaplanistas o trituradores de carne zapaterista. Alicia se afana en esa tarea. Entre sus más recientes aportaciones a la causa españolista están, por ejemplo, estas dos muestras: uno, su elocuente interpretación de su función política: "Representamos los intereses de los ciudadanos y no de partidos". Escuchándola así, sin una posterior matización, puede parecer una desmesura. Y de hecho lo es, porque la desmesura es la práctica más habitual en este espeso mundo de la política profesionalizada. Cualquiera sabe que, en primer y último término, a quien representa Alicia Castro es al PP. Y dos: en otro momento de la misma conversación, con un periodista que le tiraba de la lengua, dijo: "A nadie le importa en Asturias si se reforma o no el Estatuto". Esto ocurrió en el instante en que la popular diputada se apeaba de la zaplanadera y empezaba a darle al rabil de la trituradora de carne supuestamente roja: puntualizó, ese debate se lo sacó de la manga Areces para entretener a la ciudadanía...
A nadie le debería extrañar que, con este gran equipaje ideológico y político Alicia Castro Masaveu haya conseguido alcanzar la categoría de diputada superstar .
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