4/26/2011

Urología popular

Me encantan los artículos de divulgación médica, una relación de términos médicos con su correspondiente traducción vulgar para los no iniciados, que nos permite mantener una conversación como si supiéramos de lo que hablamos, o como si fuéramos enfermos en la materia tratada, acostumbrados a rebuscar por Internet el origen y curación de nuestros males. Queda tan bien eso de “dolor perineal” mientras tomamos una caña, o lo de la “estenosis de uretra”, incluso lo de “la fimosis”, en esos círculos de conversación mientras se fuma un cigarrillo en los soportales. Hace tiempo que vengo oyendo conversaciones sobre la próstata, debe ser cuestión de la edad, o de la edad de los que están contigo, y hasta hace poco algunos conocidos mantenían los beneficios de ciertas hierbas para curar los males de esta víscera tan frágil, de amplio uso en Alemania, aseguraban, hasta que uno de ellos tuvo que pasar urgentemente por el quirófano, tal vez por un “episodio obstructivo”, “escozor al miccionar” o incluso por “hematuria”. El caso es que a partir de ese momento, la conversación derivó a las implicaciones de la cirugía con las relaciones sexuales, y aquí el interesado se hizo fuerte en su convencimiento de que no solo no le había perjudicado sino ahora estaba más activo, si cabe, que antes, porque ahora no tenía limitaciones con el café, los picantes y el alcohol y también en su actividad sexual, con la mínima ayuda de estos principios activos que desvían el flujo sanguíneo de la cabeza a las ingles, que en su caso se ha hecho muy evidente. 



FERNANDO MONREAL DOCTOR EN MEDICINA
En relación con el artículo, sobre la infección urinaria tras una biopsia de próstata, han sido varias las personas que me han preguntado sobre la prostatitis aguda, y me han aupado a escribir sobre ello, así que aquí estoy.

Descrita por primera vez en 1815 por Legneau, la descripción de la presentación clínica, junto a la anatomía patológica, se llevó a cabo en 1906, por Young, Gereghty y Stevens.

Más frecuente en hombres jóvenes -es el diagnóstico urológico más común en menores de 50 años, y el tercer diagnóstico en orden de frecuencia en mayores de 50 años-, la sintomatología general se basa fundamentalmente en fiebre alta. No son raros los episodios de bacteriemia -presencia de bacterias en sangre-, con escalofríos, mialgias -dolores musculares- y sensación de quebrantamiento general. Existen síntomas de dolor perineal -región anatómica que se encuentra entre el ano y el escroto-, irradiado a pene, con molestias rectales y en parte baja de abdomen y espalda. Unido a todo esto es característico un síndrome miccional intenso, como expresión de un cuadro agudo de irritación vesical, con marcado aumento en la frecuencia miccional, escozor al orinar y ocasionalmente hematuria -presencia de sangre en la orina.

Este cuadro clínico se puede complicar con episodios obstructivos, más o menos completos, que llegan incluso a la retención aguda de orina -imposibilidad para la micción-, precisando de la colocación de una sonda vesical.

Los factores de riesgo que permiten la colonización de la próstata por bacterias patógenas son: a) reflujo intraprostático -orina que retrocede de la uretra y se introduce en el interior de la próstata-; ello puede ser producido por una dificultad para que salga la orina a través de la uretra, como ocurre en la hiperplasia benigna de próstata, en la estenosis de uretra -zonas de estrechez- o incluso en una fimosis acusada; b) relaciones sexuales anales sin protección; c) sondas vesicales; d) manipulaciones uretrales; e) biopsias transrectales -a través del recto-, y f) alteraciones inmunitarias.

Para su diagnóstico merece la pena realizar una ecografía, y es obligado un cultivo de orina que nos demostrará la presencia de la bacteria -en ocasiones existe más de una-, y los antibióticos que van bien para atajar la infección -antibiograma.

La evolución, con un tratamiento antibiótico adecuado, suele ser la curación y resolución del proceso. Bien es cierto que la próstata posee una especie de barrera -al igual que la placenta y el cerebro- que hace que los antibióticos penetren con dificultad, por lo que el tratamiento se debe mantener durante un mínimo de cuatro semanas. Para los síntomas clínicos ayudará la toma de antiinflamatorios, siempre y cuando sean pautados por el médico que trate el caso en particular.

Habrá que evitar alimentos irritantes, como los picantes, al igual que el café y el alcohol.

Con todo ello, alrededor del 5% de los casos de prostatitis bacteriana aguda pueden evolucionar hacia la prostatitis crónica. Pero éste es ya otro tema, que podrá ser enfocado en una futura ocasión, si ustedes no se me aburren.

4/19/2011

Blasfemo profundo y satánico


Escribe hoy Arcadi Espada sobre la pretendida contra-procesión atea que se acaba de prohibir en Madrid aduciendo problemas de orden público y menosprecio (?) a la religión, que muestra el respeto secular que se le tiene a las manifestaciones religiosas, católicas por supuesto, que solo ven como ofensas las discrepancias con sus ideas. No está tan lejos las leyes que castigaban las infracciones a los preceptos religiosos y "las buenas costumbres" y el papel de valedores de su cumplimiento que ejercían no pocos miembros de la Iglesia. Para muestra, un botón: la denuncia del cura de Cuérigo, en Aller, Asturias, de un vecino por trabajar en festivo con "desempacho y perversidad".

Procesión del santísimo Cristo de la Misericordia, en Oviedo

Ideas y orden público
Arcadio Espada
Hablo de oídas, más de lo habitual, pero parece que han prohibido en la ciudad de Madrid una procesión atea que iba a coincidir con la celebración católica del Jueves Santo. Además de atea la procesión era burlona y se anunciaba con unos lemas que a una juez le han parecido irreverentes. La decisión vuelve a probar el estatus de privilegio que las ideas religiosas tienen en la sociedad española. Es frecuente que ante la convocatoria de ceremonias laicas, políticas, algunos grupos exhiban en la calle una suerte de contraprogramación ideológica. Pasa, por ejemplo, con el 12 de octubre, con el 11 de septiembre catalán y con muchas otras ceremonias. Como máxima coerción la policía establece una suerte de recorridos alternativos para que las disputas no generen encuentros desagradables entre unos y otros.
La prohibición de Madrid se fundamenta en un peligroso supuesto: que la procesión atea no es disenso sino ofensa. Como las ideas no pueden ofenderse unas a otras, ha de concluirse que la religión, para los que han prohibido el acto, es algo más que una idea. Exactamente, una forma de orden público, cuya alteración resultaría perseguible de (santo) oficio. Algo que resulta intolerable. Si la religión quiere ocupar, como tantas veces reclama, un lugar en el espacio público y quiere defender allí sus ideas debe hacerlo en pie de igualdad. Cuando una idea cualquiera, sean Dios, la Patria, el Partido o el Equipo, no se limita a exhibirse en el espacio de discusión pública, sino que pretende diseñar sus límites, a la sociedad democrática no le queda otro remedio que exigir su expulsión de ese espacio. La democracia puede acoger a los que quieren destruirla; pero naturalmente debe asegurarse de que no puedan cumplir sus propósitos.
El Jueves Santo es un día más, normalmente soleado, y festivo en algunas comunidades. Algunos ciudadanos tienen la creencia de que en ese día se produjo, me parece, el prendimiento de Jesús, y exhiben su convencimiento en las calles, a veces con una belleza muy conmovedora y adictiva. Otros ciudadanos creen que esa creencia es falsa y dañina. Y quieren combatirla utilizando la razón, la burla y el sarcasmo. El ateísmo, como indica la propia naturaleza de la palabra (sindios), es una creencia subordinada, cuyo carácter los ateos, al igual que los antifascistas o los anticomunistas, aceptan con honor y hasta con alegría. Y es por eso que para sus libres manifestaciones eligen el Jueves Santo y no el 15 de agosto en Madrid, Baden-Baden.