8/30/2007

El hombre que plantaba árboles

Valle de Caleao, Caso. Foto: A. Alvarez
Dejó Martin Luther King una frase que resume su esperanza en el ser humano y en la posibilidad de cambiar las cosas: "Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un arbol", que en su acepción literal se ha vuelto una necesidad urgente a la vista de lo que está pasando con nuestros bosques, y con nuestro medio natural en general. La repeticion de incendios en bosques, que han tomado durante los ultimos años naturaleza de catastrofe por la amplitud y los daños causados, los casos recientes de las Islas Canarias y en el Peloponeso griego demuestran la incapacidad de los poderes publicos y de la sociedad que deberia presionar en ese sentido, para invertir esta tendencia y tomar en serio una cuestion que se ha vuelto vital en un futuro a medio plazo. En un informe reciente sobre los incendio en España, la organización Greenpeace señalaba a los culpables del desastre, con datos objetivos que no dejan lugar a dudas, el "ranking" de protagonistas lo encabeza el agricultor, como responsable del 31 % de los incendios provocados, seguido del ganadero, con el 21,5 %, es decir que mas de la mitad de los incendios en el monte estan provocados por un tipo especifico de agricultor y ganadero de ese medio rural. El resto de incendios se atribuye a un grupo diverso entre los que estan los cazadores, los imprudentes, los movidos por intereres madereros, urbanisticos u otros, tambien debidos a piromanos o asociales. Naturalmente las asociaciones agrarias y ganaderas han protestado de los resultados de este estudio aduciendo que ya ha habido un cambio de mentalidad respecto a estos comportamientos y que los que hacen el estudio son "urbanicolas" que desconocen el medio rural, pero cabría preguntar si ese cambio de mentalidad se ha sustanciado en la defensa efectiva del bosque que consideran suyo, tal como nos cuenta la extraordinaria historia del pastor Elzeard Bouffierd.

Salud

El hombre que plantaba árboles

Por Juan José Hoyos

¿Cuál es la persona más extraordinaria que usted ha conocido? Cuando los editores de una revista le hicieron esta pregunta, Jean Giono tenía 58 años y había escrito casi todos sus libros. Había sido soldado del ejército francés, había estado preso dos veces y había conocido a grandes hombres de las letras y la política en Francia y Europa. Sin embargo, en su respuesta, no mencionó a ninguno de ellos. Recordó a un viejo campesino de Provenza llamado Elzéard Bouffierd, que conoció cuando tenía 18 años.

Giono nació en 1895 en Manosque, una pequeña ciudad de Provenza, situada en las montañas de los Alpes, en el sur de Francia. Su padre era un zapatero de origen italiano y su madre, una lavandera. En 1939, cuando ya era un escritor conocido en Europa, Giono fue encarcelado por negarse a combatir como soldado en la Segunda Guerra Mundial. En 1944 fue apresado de nuevo por su supuesta colaboración con el gobierno de Vichy. Al salir de la cárcel, en el país donde se proclamaron los Derechos del Hombre, se le prohibió publicar sus obras por varios años. Giono regresó a Manosque y siguió escribiendo. Entonces ya sabía, como dice uno de sus personajes, que la felicidad del hombre está en un pequeño valle.

Jean Giono conoció a Elzéard Bouffierd en 1913, durante un largo viaje a pie por las montañas de los Alpes. El paisaje que entonces vieron sus ojos eran unos páramos secos donde sólo crecían algunos arbustos. Luego de caminar tres días buscando agua, encontró un caserío en ruinas donde no había rastro de vida. Caminó cinco horas más y sólo halló hierbas leñosas. De pronto adivinó a lo lejos una silueta. Cuando se acercó, vio que era un pastor con un rebaño de ovejas. El hombre le dio agua de su cantimplora y lo llevó al aprisco. Tenía algo más de 55 años y vivía en una casa abandonada que había reparado con sus manos. Con ellas también había cavado un pozo de donde sacaba el agua para él, sus 30 ovejas y su perro. La casa estaba limpia y ordenada. El pastor hablaba poco. El pueblo más cercano se hallaba a un día y medio de camino y estaba habitado por cuatro o cinco leñadores que cortaban los árboles para fabricar carbón de leña que luego llevaban en camiones a las ciudades. En la región soplaba un viento seco y frío que según la gente provocaba suicidios y ataques de locura. Mientras descansaban, el pastor fue a buscar una bolsa y echó sobre una mesa un montón de bellotas.

Enseguida se puso a mirarlas y a separar las buenas de las que estaban pequeñas y agrietadas. Las contaba de diez en diez. Cuando completó cien, cerró la bolsa y se fueron a acostar. Al día siguiente, Giono le pidió permiso para quedarse en la casa un día más.

Sentía que la presencia del pastor le daba paz. Esa mañana, el hombre mojó la bolsa con las bellotas, sacó el rebaño del aprisco y lo llevó a pastar. Como bastón, llevaba una vara larga de hierro. Giono lo siguió. El pastor dejó las ovejas en el fondo de un valle, bajo el cuidado de su perro, y caminó hacia una colina. Allí clavó su barra en la tierra, hizo un agujero, enterró una bellota y luego la tapó. Estaba plantando encinas. Giono le preguntó si la tierra era suya. Él dijo que no. Le preguntó si sabía quiénes eran sus dueños. Él dijo que no. Suponía que era una tierra comunal pero dijo que no estaba interesado en conocer los propietarios. Y siguió plantando bellotas. Giono recordó cuando era niño y su padre lo llevaba a pasear por el campo los domingos. Antes de salir, llenaba de bellotas sus bolsillos y luego las plantaba en la tierra a medida que caminaban.

Después del almuerzo, el pastor buscó el saco y echó sobre la mesa otro montón de bellotas. Mientras las separaba, se pusieron a conversar. Hacía tres años que plantaba árboles en esa tierra de nadie. Había sembrado 100 mil árboles. De ellos, habían nacido 20 mil. Las plagas acabaron con la mitad. Quedaban vivos 10 mil. El pastor se había ido a vivir a esos campos de soledad con sus ovejas y su perro, después de la muerte de su mujer y de su hijo. Como no tenía ocupaciones importantes y vio que la tierra moría por falta de árboles, resolvió ponerse a sembrar semillas. Dijo que si Dios le daba vida, en 30 años habría sembrado tantos árboles que esos 10 mil iban a ser como una gota de agua en el mar. Además, estaba haciendo un semillero de hayas y pensaba sembrar abedules en los terrenos húmedos.

Al día siguiente, se despidieron. Corría el año 1913. Un año más tarde estalló la Primera Guerra y Giono fue reclutado por el ejército francés. Tenía 19 años. Cinco años después, cuando acabó la guerra, el muchacho volvió a Provenza. El paisaje era igual, pero más allá de las casas abandonadas una capa de niebla cubría un bosque de oteros. Pensó que el pastor había muerto. En pocas horas vio que no. Estaba vivo, pero había cambiado de oficio. Ya no tenía sino cuatro ovejas, pero en cambio había construido 100 colmenas.

Y ni siquiera se había enterado de la guerra. Las encinas que había plantado ya eran más altas que él. Había un bosque de mas de 10 kilómetros de largo. Los dos caminaron en silencio por entre los árboles durante todo el día. Cuando regresaron, Giono vio correr agua por algunos lechos de arroyos que antes estaban secos. Por todas partes brotaban los sauces, la hierba, las flores, la vida. El milagro había sucedido despacio, sin provocar ruido. Nadie se había dado cuenta, ni siquiera el gobierno francés o los cazadores.

Desde 1920, Giono visitó cada año al pastor. En un solo año, plantó 10 mil arces. Todos murieron. Al año siguiente, abandonó los arces y plantó hayas. Todas sobrevivieron. El hombre seguía trabajando en completa soledad. Tal vez por eso perdió la costumbre de hablar. En 1933 lo visitó un guardabosques del gobierno para notificarle que era prohibido encender hogueras al aire libre para defender el bosque. Por esa época, a los 75 años, el viejo caminaba 12 kilómetros diarios para sembrar hayas. Para no tener que regresar el mismo día, hizo una casa de piedra en ese lado de las montañas. En 1939, cuando estalló la Segunda Guerra, algunos comerciantes de madera empezaron a cortar las encinas para usarlas como combustible, pero los árboles estaban tan lejos de la carretera que la explotación no era rentable. El pastor tampoco se enteró de esa guerra porque se hallaba a 30 kilómetros monte adentro sembrando más árboles. La última vez que Giono vio al pastor fue en junio de 1945, después de salir de la cárcel. El viejo tenía 87 años. Cuando recorrió en bus la carretera que ahora iba hacia las montañas, no reconoció los lugares por donde había caminado cuando era joven. Ya no había vientos secos. Soplaba una brisa suave que sonaba como un rumor de agua en las copas de los árboles. Las casas abandonadas habían sido reconstruidas y el pueblo tenía 28 habitantes. Había una fuente de agua junto a un tilo. Había jardines. Giono continuó el viaje a pie. Por el camino vio campos de cebada y centeno. En los valles habían sembrado pastos. En los bosques había árboles de más de 7 metros de altura. Y habían aparecido varias aldeas. Por los caminos corrían niños. Sin saberlo, más de 10 mil personas recién llegadas le debían la felicidad a Elzéard.

Elzéard Bouffierd murió tranquilo en 1947 en un hospicio de Banon. Jean Giono también murió en paz en su pueblo de los Alpes en 1970. "El hombre que sembraba árboles", la historia que escribió para una revista hablando de la persona más extraordinaria que había conocido en su vida, sólo se publicó en Francia en 1983.

8/27/2007

La Felicidad

(Lecturas veraniegas, por el Profesor Maurer)

"La felicidad no es algo que sucede. No es el resultado de la buena o mala suerte o el azar. No es algo que pueda comprarse con dinero o con poder. No parece depender de los acontecimientos externos, sino mas bien de como los interpretamos", lo que parece una obviedad no solo no lo es sino que contradice muchas de nuestras practicas habituales sobre la busqueda de la felicidad. La cita resume algunas de los principios que mantiene el psicólogo norteamericano de origen transilvano Mihali Csikszentmihalyi (se pronuncia "chicks send me high" según él mismo) desarrollados en libros como "Flow. The psychology of optimal Experience", que ha incorporado a la psicologia moderna el termino "Flujo" referido a ese momento en el que las personas se sienten concentradas y disfrutan de ello. En una entrevista reciente se intentaba dar algunas claves para afrontar esa busqueda de la felicidad con ciertas garantias:

- Evitar la soledad, es decir conseguir una vida social agradable
- Tener una relación plena, sexual tambien.
- Optimismo y gratitud ante lo que nos rodea, lo que nos permite perdonar a los demás.
- Mantenernos activos, especialmente haciendo cosas que se nos den bien
- Tomar las cosas con calma
- Disponer de libertad de eleccion, aunque con ciertas limitaciones pues es a menudo penoso tener que elegir entre muchas opciones.

En estas estabamos cuando hoy en El País nos cuenta Millás la historia de aquel que se deprimió haciendo alguna de esas cosas absurdas buscando la felicidad donde no estaba.

Una depresión merecida. Juan José Millás
Escribió un lector para informarme de que la vida era absurda, aunque sin precisar con relación a qué. El caso es que hace un año, según relataba en su correo, decidió atravesar Canadá en bicicleta. Hasta aquí, todo normal. El mundo está lleno de gente que hace el Camino de Santiago a pie, cruza el Atlántico en barca de remos o se bebe una caja de cervezas sin respirar: hay constancia de todo ello en el Libro Guinness de los récords, cuya lectura le sume a uno en profundas reflexiones. Lo que le ocurrió a nuestro comunicante es que a mitad de camino se cruzó con otro individuo que estaba llevando a cabo la misma hazaña, pero en patinete.
El hombre comprendió entonces, como en una revelación, lo absurdo de su proyecto y volvió a casa en avión. Desde entonces no encontraba placer en nada, no era capaz de fijarse objetivos ni de ilusionarse con nuevos propósitos. Le pedí que tratara de imaginar que Dostoievski y Flaubert se encontraban (al modo en que él se había cruzado con el del patinete) cuando uno trataba de escribir El idiota y, el otro, Madame Bovary. ¿Habrían sentido la misma sensación de absurdo? Quizá sí, me respondió, pues en el fondo no es más disparatado pretender cruzar Canadá en bici que intentar escribir una obra maestra. Le contesté que merecía estar deprimido y eso fue todo, porque dejamos de escribirnos.



8/19/2007

La (de) Lopez Pereira

"A continuación escucharemos una canción típica del folclore argentino, recopilada por un gran investigador y antropólogo, el licenciado Gustavo Pérez y Alonso. Como buen científico, Pérez y Alonso cultivaba la duda filosófica, se cuestionaba todo constantemente, cultivaba la duda; sin ir más lejos, firmaba sus libros en vez de "Pérez y Alonso", "Pérez o Alonso". Leemos en uno de los ensayos de este autor: "El estudioso debe dudar siempre. A veces, sin embargo, después de dudar demasiado ante algún detalle, me invade una sensación de inoperancia, de ineficacia... más bien de inoperancia... o de ineficacia". Y aquí, sigue diciendo Pérez y Alonso, formulo tres interrogantes; uno: "¿la duda significa un estímulo para la indagación, o un obstáculo inhibitorio?"; dos: "en tanto herramienta filosófica, ¿es epistemológicamente plausible, o implica un eufemismo agnóstico?" y tres: "perdón, ¿de qué estábamos hablando?". Los discípulos de Pérez y Alonso lo recordarán siempre anotando en su cuaderno la canción que entonaba esa anciana de 108 años, a quien él mismo había encontrado en una de sus tantas excavaciones arqueológicas. O también, en el ejercicio de la duda, al bautizar esa misma canción vacilando entre dos posibles títulos: "Añoranzas" y "Nostalgias". Les Luthiers interpretarán ahora esa misma canción; lleva por título "Añoralgias". Esta zamba es el reiterado lamento del que ha debido abandonar su terruño y lo evoca con la emoción de la distancia."

(Versión teatral espectáculo "Luthierías" Teatro Comedia, Córdoba, Argentina, Octubre, 1982. Narrador: Marcos Mundstock - Recitante /CN: Carlos Núñez Cortés)

Como si fuera una historia creada por el grupo Les Luthiers, tal como relataban la introducción para la Zamba Añoralgias, tambien llamada Zamba Catástrofe, las vicisitudes que ha pasado la zamba "La Lopez Pereira" no tiene nada que envidiar la escacharrante fantasia de los compañeros de Marcos Mundstock. Para empezar el propio título no se corresponde con la la letra ni con su amargo sentido, dado que se trata de una cancion de amor no correpondido y el tal Lopez Pereira no es otro que el doctor Carlos Lopez Pereira, abogado y magistrado que en los primeros años del siglo veinte salvó de la carcel al musico Artidorio Cresseri, que dio muerte a la infausta víctima de sus celos. Se cuenta que en una reunion, "alzados ya los ánimos", el propio Lopez Pereira le pidió a Artidorio que ejecutara esa "chilena" que tanto le gustaba y entonces este le dedicó su composición bautizandola en su homenaje con el titulo original : "Chilena dedicada al doctor Carlos López Pereira". Los versos actuales se atribuyen al legendario payador uruguayo Juan Francia, al menos las tres primeras estrofas. La posterior batalla judicial que ha tenido la cancion son dignas de un culebrón interminable, pero lo cierto es que se trata de una las mas reconocidas banderas del folklore salteño y argentino, que ha sido versionada por los grupos y cantores mas tradicionales, tanto que Los Fronterizos acostumbraban a cerrar sus actuaciones con ella. Tambien esta zamba ha servido de protagonista en un cuento del escritor chileno Augusto Alvarado, recluido en la prisión de la Isla de Dawson, en la provincia de Magallanes, por la dictadura militar chilena.

La López Pereyra
Por Augusto Alvarado

Yo quisiera olvidarte / me es imposible mi bien, mi bien tu imagen me persigue, / tuya es mi vida, mi amor también, y cuando pensativo yo solo estoy / deliro por la falsía con que ha pagado tu amor, mi amor.

En 1872 nació en Salta el músico Artidorio Cresseri, autor de letra y música de la zamba "La López Pereyra", expresión emblemática del folklore argentino hecha popular, entre otros grandes del folklore, por “Los Chalchaleros” y “Los Fronterizos”. Escrita a finales de la década de 1910, su título original fue: "Chilena dedicada al doctor Carlos López Pereyra", título que no es casual pues el padre del músico formaba parte de esa legión de salteños que comerciaban con vastas regiones de los países andinos. El arriero, que llevaba hacia esos sitios mulas engordadas en los valles salteños, retornaba con monedas de plata, artículos traídos de España, modismos, elementos de música y baile y hasta con mujer. Del Perú trajeron la vidala, mientras que la zamba antigua procede del norte chileno. En los descansos del largo y fatigante sendero, los arrieros podían entibiar el alma y apaciguar las penas recitando y cantando coplas inspiradas o aprendidas en el camino. A los once años, Artidorio comenzó a viajar acompañando a su padre a esas tierras, lo que determinó que se quedara luego residiendo en Tarija y desde allí comenzó a viajar a Sucre, familiarizándose con la música y los bailes andinos.


Yo quisiera tenerte / a mi lado todo el día de mis ocultos amores / paloma te contaría pero es inútil mi anhelo jamás, jamás, / vivo solo para amarte callado y triste llorar, llorar.

Tenía más de sesenta años de vida la zamba y había transcurrido más de un siglo desde el nacimiento del músico cuando la escuché por primera vez. Lo que había nacido cerca de los Andes altiplánicos llegó hasta la patagonia, viajando en las guitarras de los modernos arrieros, en las mochilas de los estudiantes, en los infinitos fogones de la Patria Grande. No la conocí en un instante feliz pues un par de días después del golpe militar del 11/09/73 fui detenido en mi domicilio por una patrulla militar. “Mi coronel Gallardo quiere hablar con usted…abríguese por las dudas” me dijo el suboficial a cargo. La conversación con el coronel duró quince meses, sin duda un diálogo largo…a veces tortuoso. Entonces conocí a mi primer compañero de cárcel en los calabozos de Carabineros, en la calle Tomás Rogers de Puerto Natales. Se llamaba Rubén Cárdenas y era funcionario del Ministerio del Trabajo. Estábamos en celdas contiguas y después de los saludos y averiguaciones de rigor comenzamos a conversar de temas diversos. Me contó que formaba parte de un conjunto folklórico del magisterio, pues su esposa era profesora. A René le encantaban la música y el canto. “¿Quieres escuchar algo?”, preguntó “es una zamba que estoy aprendiendo en estos días…te va a gustar”. Y haciendo con su boca sonidos como de bombo a manera de introducción comenzó a desgranar los versos sentidos:


Yo bien sé que no me quieres / pero eso no es un motivo me privas de tus miradas, / mi alma, sin ellas no vivo, voy a ocultarme a una selva solo a llorar, / pueda ser que en mi destierro tus ojos negros pueda olvidar.

Rubén y su zamba fueron como un anticipo de lo que vendría. Porque entre tanto dolor e incertidumbre la música nos acompañaría como amiga fiel en los coros, en las guitarras, en las veladas artísticas que supimos organizar en los escasos resquicios de libertad que lográbamos conseguir. Nunca volví a saber de Rubén Cárdenas. Esa fría noche de septiembre, nieve incluida, nos sacaron violentamente de los calabozos y enfrentaríamos nuestra primera sesión de torturas. Durante todo el tiempo escuché sus gritos. Al amanecer me regresarían a la celda pero mi vecino no volvió. Su canción, sin embargo, me acompañó en esa etapa interminable y aún hoy, casi treinta años después, la recuerdo como portadora del maravilloso mensaje de la música.


En una noche serena / al cielo azul miré, miré, contemplando a las estrellas / a la más bella le pregunté, era ella la que alumbraba mi amor, mi amor, / para pedirle por ella al Dios piadoso resignación.

Grande fue mi sorpresa al descubrir que más de un compañero, en isla Dawson u otros lugares de confinamiento, entonaría las estrofas de la querida zamba. Tal vez fue la mención al destierro, o a la selva, o simplemente por la belleza y el amor que despierta su poesía, “La López Pereyra” se grabó en nuestro corazón para siempre. Gracias, Artidorio Cresseri, hijo de Salta y de Nuestra América por dejarnos esa fiel compañera con ritmo de zamba que no ha envejecido, ni envejecerá jamás.

8/15/2007

Carbayones y los otros

Nada mas arido, aburrido y esteril que el dia a dia de la politica local de esta region nuestra, empeñada a sacarle rendimiento electoral a los estereotipos mas manidos, no importa lo ridiculas que puedan parecer algunas posiciones si se traducen en votos. Para muestra, el buen resultado electoral que ha dado el supuesto "Cerco a Oviedo" para la actual corporación de Gabino de Lorenzo. Al margen de errores de bulto del gobierno regional, que promueve una confusa politica de descentralización administrativa, inconsistente con lo que prevee la administración electrónica, el empeño principal de la actual corporacion de Oviedo, que se ha convertido en el portavoz del Partido Popular a nivel regional por ausencia del titular, es trasladar un mensaje de victimismo y éxitos de sus politicas, como contraposición a los de la vecina poblacion de Gijón y a la propia administracion regional. Tal es asi que al divulgar datos sobre la presencia de turistas o la asistencia a congresos en Oviedo, se hace como contraposición a los que se dan desde Gijón. Si hay que hacer el ridículo multiplicando las cifras del turismo de congresos hasta triplicar los datos oficiales de Barcelona se hace y el "sofisticado" (como dijo otro, refiriendose a las pocas luces y aún menos formacion del concejal) teniente de alcalde que ahora lleva el área de turismo en Oviedo aprovecha de paso para asegurar que los turistas que pernoctan en Gijón tienen como Oviedo uno de sus principales destinos.
Por su parte desde Gijón se han limitado a argumentar que ellos tambien existen, que el conceja de turismo confunde congresistas con forofos de Alonso y que estan de acuerdo en esa descentralización, cuando es para ellos claro, y como ahora, con humor y mala leche por parte de su alcaldesa en artículo prólogo de las fiestas de Begoña que representan la semana grande, "La Semanona" como les gusta decir a nuestros vecinos, en el que desliza con no menos "sofisticado" humor los habituales topicos sobre los carbayones.

Salud


Breviario de la Semana Grande

PAZ FERNÁNDEZ FELGUEROSO Entre las obras de Gervasio Roberto de Jovellanos, sobrino tercero de don Gaspar Melchor de Jovellanos, los eruditos han hallado en fechas muy recientes un curioso «Breviario de la semana grande gijonesa», obra menor del pariente del ilustrado gijonés, aunque no por ello menos trabajada y erudita. Los Jovellanos, que eran pensadores abiertos a todos los temas, no sólo se ocuparon de ingentes asuntos relacionados con el porvenir de Asturias, sino también de las pequeñas cosas que afectaban a sus convecinos. La Ilustración concebía al ser humano como un todo y el Estado, el Ayuntamiento en este caso, es el encargado de procurar a los ciudadanos y ciudadanas bienestar en todos los campos. La semana grande gijonesa, la «semanona», como ya la llamamos, está tocando a su fin, pero este breviario de ánimo jovellanista y en clave de humor es útil para todo el año y, en su caso, como guía para las «semanonas» venideras.
Don Gervasio Roberto de Jovellanos quería, con esta obra de madurez, definir algunos conceptos básicos de lo playo, y, en este sentido, su breviario sigue siendo de gran utilidad. Como alcaldesa de la ciudad, me ha sido dado el privilegio de acceder a este raro documento, algunas de cuyas entradas transcribo a continuación por orden alfabético, con ánimo de deleitar a foriatos y naturales, deseando a todos un estupendo fin de fiesta y un mejor verano de 2007.
- Abierto: adjetivo que se aplica con razón al alma y el ser de los gijoneses, máxime en estas fechas.

- Abismo: profundidad grande que separa a las fiestas de Gijón de las de otras ciudades que no citaremos.

- Abusón: que se aprovecha de otros en semana grande, metiendo gato por liebre y garrafón por destilado. Es una especie cada vez más rara en Gijón.

- Alegría: sustancia energética que emana de los gijoneses durante estos días y los siguientes, ya sople el nordeste y haya sol, ya caiga el orbayu. // Circo.

- Bledo: cosa de poco valor que mide lo que en Gijón importan ciertas polémicas estériles y aldeanas protagonizadas por abusones.

- Bonito: hermoso pescado que llena de ventriscas el agosto playu y genera sobremesas imperiales.

- Bostezar: acción que puede verse raras veces durante los festejos del verano gijonés.
- Cachondo: gijonés en general. // Aplicado a las señoras puede ser malinterpretado.
- Calcetu: lugar en que se guardan los ahorros del año para pasarlo bien en agosto.
- Dedu: lo que se moja en saliva y se expone al aire para saber si sopla nordeste y va a despejar.

- Dolor: sentimiento generalizado que se siente al final de la semana grande.

- Escalerona: altar de los playos en el que se hacen ofrendas de Nivea a San Lorenzo.

- Foriatu: persona que pide «sidriña» y cree que esto es Santander. Bien admitidos, en todo caso.

- Gijón (del alma): ciudad abierta a todos los vientos, a todos los mares y a todos los bares.
- Gijonés, -a: vecino de Gijón. Criado con sidra, orbayu, sorna y tolerancia a partes desiguales. Puede ser de nacimiento o de adopción.
- Hípico: lugar donde, en agosto, saltan los caballos por obligación, y los apostadores, por decepción.

- Ifigenia: amiga de mi tío Gaspar Melchor. Un poco seria.

- Jovellanos: familia bien, culta y apañada a la que pertenezco y de la que, me parece, se va a hablar mucho en Gijón en los siglos venideros.

- Junón: ser acodado en la baranda playera que otea cabos, golfos y otros relieves.

- Mandil (dar el): lo que hacemos en Gijón en cuanto sale el sol.

- Muro: calle mayor de la gijonesidad peripatética. Escaparate, circuito, solárium, deambulatorio, carril-bici y lo que surja.

- Noche: espacio de tiempo con magia contenida y estrellas de pólvora por encargo que separa el 14 y el 15 de agosto.

- Nordeste: viento inventado en Gijón con el que Eolo pone las banderas tiesas y los ánimos altos. Brisa que refresca mejor que la Coca Cola.
- Ñocla: crustáceo tan apto para el consumo como para el insulto (v. g.: carañocla).
- Oviedo: capitalÉ

- Playu: gijonés de pata negra, nacido preferiblemente el día de San Pedro o de Begoña, conocedor de donde acaban y empiezan todos los barrios de Gijón.

- Tostaderu: síntesis gijonesa del culto al sol y horror de los dermatólogos. Muy poblado en agosto y fechas próximas.

El breviario del ilustrado Gervasio Roberto incluye más acepciones que explican a la perfección el humor y el sentir de esta ciudad. Quedan en el tintero las definiciones de babayu, pazguatu, ovetense, cachón, tarabica o ratubobu. En sucesivas entregas seguiremos profundizando en esta singular y gijonesa obra.

Buen verano a todos, en nombre de Gijón. Con todo amor y con todo humor.


8/10/2007

Al Norte

Dice Javier Cercas en un articulo reciente, referido a nuestra condicion de padres permisivos que maleducamos a una generación de hijos consentidos :

"Tienen razón los ex progres, se empieza renunciando al viejo y entrañable sopapo y se acaba cediendo a los niños el sillón, y en los casos mas dramáticos, el mando a distancia. Es cierto que ello está generando entre los padres una ola de solidaridad con los infanticidas; no es menos cierto que los resultados de la educación permisiva que padecen nuestros hijos no son siempre catastróficos, al menos para sus padres. Sin ir mas lejos, yo antes odiaba la comida japonesa; ahora la adoro. Yo antes odiaba la PlayStation, diabolica invención a la que, como cualquier ex progre atribuia la violencia, la incultura y la deshumanización de nuestra sociedad; ahora la adoro, además de juzgarla altamente educativa. Yo no habia visto en mi vida una serie de televisión, y ahora no me pierdo una noche Camera Café ni, los jueves, Polonia. Yo habia ignorado siempre los arcanos del baloncesto, y ahora reto a quien quiera a discutir conmigo la última alineación de Houston Rockets. Así que no todo es catástrofe: ser un padre permisivo permite, si no ser mejor padre, sí por lo menos ser en parte hijos de nuestros hijos (...) Por lo demás, no hay que ser un pedagogo genial para comprender que en teoria el secreto de la educación consiste en no ser autoritario ni permisivo, sino en ejercer una autoridad afectuosa y tolerante, pero la realidad es que ni siquiera pedagogos y ex progres saben como llevar ese secreto a la práctica. Y si lo saben, peor que peor, no se a que demonios esperan para contarnoslo... "

Un reflexion para ir tirando en este mundo complicado de ser padres, y madres, en tiempos de cambio entre la estricta enseñanza de nuestra adolescencia y la libertad que ha asentado treinta años de constitución democratica, a medio camino entre la caduca enseñanza de los dogmas religiosos y fascistas y las esperanzas puestas en la Educación para la ciudadania.

Como pronto retomaremos nuestra tertulia quincenal, a la que algún contertulio ha anunciado nueva incorporación, no tanto para cubrir el hueco de nuestro insustituible Emilio como para ampliar el registro de opiniones, es bueno conocer lo que se hace por esos mundos para mejorar el entendimiento y debatir sobre las cosas que nos preocupan o divierten y aprender de las opiniones de los demás, y de sus argumentos. Una de las inicativas mas novedosas que he conocido la lleva a cabo un asturiano singular, Angel Arias, (http://amarias.blogia.com) Ingeniero de minas, pintor, escritor, tambien hostelero a su manera, hombre del renacimiento que en su restaurante de Madrid, Al Norte, en pleno Madrid de Los Austrias, organiza tertulias mensuales, los primeros lunes de cada mes, sobre los temas mas diversos, que van desde El tiempo libre y el ocio, Educación y politica educativa en España, el Sentido del humor o la amistad, a otros como el Agua y la ordenación del territorio. En la pagina del restaurante, de comida mas que correcta, (http://www.alnorte.es) se pueden encontrar las actas de las tertulias organizadas hasta ahora. Un iniciativa que pretende "Contribuir al entendimiento y a la cordialidad ciudadana", pura cultura tertuliana que compartimos.

Salud

8/01/2007

Querido Emilio

Imposible describir la sensación que recorrió la plaza del pueblo cuando alguien, un amigo, comunica que acababa de morir Emilio. Va a pasar mucho tiempo para desligar ese momento, no por esperado menos dramático, y la terraza veraniega del cafe La Fresneda. Habrá otros momentos para hablar de su gran humanidad y la generosidad con que se entregó a todo lo que hizo en este su pueblo, otros lo harán mejor, ahora tendremos que asumir su perdida como amigo inmejorable, contertulio apasionado, compañero de rutas montañeras y de jornadas gastronómicas, y siempre cercano cuando lo necesitabas.

A. Alvarez

MURIÓ EMILIO

Recojo de mi mesita de noche un libro de poemas que a mi mente vienen tras la noticia de la muerte de Emilio Fernández. Al igual que entonces, cuando la pluma de Machado lo describía, bajo el sol de fuego, ahora, cae Emilio un tarde horrible del mes de Julio. Me resisto a admitir que así sea y así, también recurrente, llega a mi mente el poema que Sabina escribió a José Hierro, cuando yacía moribundo:

Que se Joda la Puta desdentada que tenemos que hablar de muchas cosas

Pero no ha sido posible. Los consejos, las máximas, como las de aquel Séneca Televisivo de nuestra infancia, no volverán a surgir de sus labios callados para siempre.

Hoy es un día triste para todos los vecinos de la Fresneda. Se ha ido un hombre bueno, un gran amigo, un asturiano que no ha hecho honor al dicho que recuerdo de Juan Uría Ríu o, tal vez, de Sánchez Albornoz:

Asturiano: Loco, vano o mal Cristiano”.

Ninguna de esas características adornaba la personalidad de Emilio Fernández.

De los últimos 18 años de vida de Emilio, aquellos que hace que lo conocí, recuerdo que nos deja en la Fresneda un bagaje de trabajo desinteresado que ha fructificado, ya hace tiempo, en una escuela de Fútbol, idea por el pergeñada y en la que, en principio pocos creían. Un equipo de Montaña que para el alcanzó su quinta esencia cuando emocionado divisó, tras largas jornadas de camino agotador, la Catedral de Santiago, sabedor que la siguiente Jornada abrazaría al Santo y rezaría ante él. Las fiestas del Club de Campo, con los Corderos asados el días del maratón de Padell – por cierto recuerdo como me eliminó en una final cuando él Jugaba con Roberto, el profesor de Tenis, y yo lo hacía de pareja de Saucedo -. Nuestras tertulias de los jueves, que amenizaba con la discordia, en todo caso, siempre amena, con Álvaro Álvarez. No puedo olvidar, su pregón, cargado de ironía y sarcasmo, acompañado en la Gaita por su gran amigo Santi Pintado; y más próximos, viene los recuerdos del final de sus días, acompañado siempre de Fico, de quien dijera, con el sarcasmo, por cierto muy asturiano que consiste decir lo contrario de lo que piensas:

Con Fico no pues contar pa na, son los fiestas del Pueblu quedé pa tomar un vasu con él, salgo a la plaza y encuentrulu subiu nun globu”

El último recuerdo que me queda, amable y simpático como todos los de él, define perfectamente su estilo: Paseábamos Cristina y yo por el parque cuando lo vimos acompañado de Teyi; y le dije:

“Acompáñanos a la Plaza Blanca que es la fiesta de la plataforma vecinal”

A lo que contestó:

“Yo las únicas plazas blancas que conozco son La Casa Blanca y El Santiago Bernabeu “

Lo echaremos mucho de menos.

Fdo: ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ DE MESA