Dicen unos que la patria es lo
primero, el problema es la propia definición de patria, o al menos lo
que es la patria para cada uno. Si nos fiamos de nuestros nacionalistas
periclitados, los que adjuraban de Rousseau,los falangistas
de jose Antonio Primo de Rivera:
” La Patria es una unidad total,
en que se integran todos los individuos y todas las clases; la Patria no
puede estar en manos de la clase más fuerte ni del partido mejor
organizado. La Patria es una síntesis trascendente, una síntesis
indivisible, con fines propios que cumplir; y nosotros lo que queremos
es que el movimiento de este día, y el Estado que cree, sea el
instrumento eficaz, autoritario, al servicio de una unidad indiscutible,
de esa unidad permanente, de esa unidad irrevocable que se llama Patria”.
Para otros más poéticos, la patria es la infancia y con ella el idioma… ya veremos en que queda
Salud camaradas
La Patria de la Lengua
Rubén Darío, padre del movimiento modernista, verdadero constructor,
a través del idioma, de más puentes y espacios de progreso de los que
muchos arquitectos serían capaces
Vie, 13 Oct 2017
En estos días de convulsiones patrióticas, con el 'Procés Catalán'
en tierra de nadie, el día de la Hispanidad por medio, y todas las
posverdades patrióticas y sus múltiples escenificaciones más o menos
hueras, vuelvo a los maestros para
reconocer mi patria, como ellos, que es la del idioma, la del español.
Mucho se ha escrito y disertado sobre el valor real y metafórico de la
lengua española. El hecho de que en la actualidad sea un idioma hablado
por más de quinientos millones de personas,
según informes del Instituto Cervantes, han perfilado su preponderancia
mundial, evidente en potencias como EEUU, a pesar de las reactivas y
reaccionarias políticas contra el mismo por parte de esa calamidad de
presidente llamado Trump, y sus supremacistas
blancos secuaces… El interés por aprender español de los que no la
tienen como lengua materna, debiera ser directamente proporcional al
nuestro por difundirla con rigor y altura de miras, particular que no
siempre sucede. La trivialización de nuestra sociedad
española ha devaluado un idioma, incluso en los medios considerados
celosos de la misma como los académicos, los literarios y los
periodísticos, hasta niveles que han puesto en peligro los valores con
los que la Real Academia, por ejemplo, fue creada: “Limpia,
fija y da esplendor”. De esto comienzan a ser conscientes los reales
académicos, y prueba de ello es que los últimos congresos de la lengua
se han realizado en ciudades americanas como Valparaíso, Chile, 2010,
Ciudad de Panamá, 2013, y la próxima, prevista
para marzo de 2016, en San Juan de Puerto Rico. No es casual, teniendo
en cuenta la fuerza de la Asociación de Academias de la lengua Española
(ASALE), cimentado en el peso de sus más numerosos integrantes y
hablantes, con una presencia, no ya sólo migratoria,
sino de hecho y derecho, en EEUU.
El caudal del idioma no debe ser tratado como un “bien inmaterial”,
pretexto ornamental de Exposiciones Universales, encuentros
macroeconómicos, políticos o internacionales, sino como una realidad
tangible. Un cambio importante podría ser el hecho de que
en estas citas también se contemplasen expertos en cultura y
humanidades. Bien mirado, la lengua constituye una “Patria”, no sujeta a
los cambios y vaivenes de fronteras ajustadas a acuerdos y devenires
históricos, sino a una realidad de pensamiento, una
forma de entender, comunicar e interpretar el mundo.
Uno de los primeros intelectuales en comprender esto fue el nicaragüense
Rubén Darío,
padre del movimiento modernista, verdadero constructor, a través del
idioma, de más puentes y espacios de progreso de los que muchos
arquitectos serían capaces. Este cosmopolita
escritor y periodista, hablaba con clarividencia de la lengua, suya y
nuestra, como una realidad identitaria, en su libro “Viaje a Nicaragua”.
Advertía en 1898, recién perdidas las últimas colonias españolas de
Cuba y Filipinas, de cómo la lengua, refiriéndose
a la inglesa frente a la española, era también una forma de
colonialismo, de dominio cultural. Tenía razón, también en esto.
Fue sin embargo el profesor y poeta Luis Cernuda, perteneciente a la llamada
Generación del 27, exiliado en EEUU, quien mejor
definió este concepto de “La Patria de la Lengua” al pasar, en la década
de los cincuenta del siglo veinte, a dar clases de nuevo en su lengua
materna, el español, en México. En uno de sus últimos
libros, “Variaciones sobre tema Mexicano”, medita, poéticamente, sobre
la lengua y sus ámbitos; de su dimensión universal y de cómo la
estructura de pensamiento de un idioma concreta y recrea el espacio real
e identitario. En este raro libro, un libro de
poemas en prosa pero a la vez de tono meditabundo y casi filosófico, no
olvidemos que Cernuda pertenece a la escuela de José Ortega y Gasset,
dice: "¿Cómo no sentir orgullo al escuchar hablada nuestra lengua, eco
fiel de ella y al mismo tiempo expresión autónoma,
por otros pueblos al otro lado del mundo? Ellos, a sabiendas o no,
quiéranlo o no, con esos mismos signos de su alma, que son las palabras,
mantienen vivo el destino de nuestro país, y habrían de mantenerlo aun
después que él dejara de existir”. Esta profunda
reflexión emitida hace ya casi setenta años por Cernuda fue continuada
en esencia por la publicación Cuadernos Hispanoamericanos, sobre todo
en los periodos que van desde su fundación, con
Pedro Laín Entralgo y Luis Rosales, hasta el final de la dirección del poeta Félix Grande.
Gracias a ellos se debatió esta misma idea de forma rigurosa y
constructiva, desde ambos márgenes transoceánicos del idioma, con
reflexiones de pensadores
y creadores tan acreditados como Octavio Paz entre otros.
Actualmente se trabaja seria y apasionadamente en esta idea en Miami,
en la FIU (Florida International University), que en muy poco tiempo y
con no demasiados recursos se ha convertido en una de las diez mejores
universidades norteamericanas, y la que cuenta
con mayor número de estudiantes hispanos del país. El propio presidente
Obama, al que todos echamos de menos con la odiosa comparación
del actual, la convirtió en centro de acción de sus discursos sobre
política migratoria, y de relaciones con la comunidad hispana. Lo más
curioso de todo es que esta Universidad fundamenta
su prestigio en la enseñanza y estudio de las humanidades, en especial
la Lengua y Literatura española, la Historia, y la cultura como cimiento
y anclaje para construir la sociedad. Este empeño parte en gran medida
del afán de profesores como la Catedrática
de Historia Aurora Morcillo, que trabaja en la creación de propuestas
como la “Iniciativa para los Estudios de España y el Mediterráneo” en la
que intenta promover una plataforma para explicar las relaciones de la
cultura y el mar, de la Historia de España,
enlazándola con la propia historia de América. En ella han participado
figuras como
José Varela Ortega, presidente de la Fundación Ortega y
Gasset, y cuentan con el apoyo de los actuales Reyes de España que los
visitaron cuando aún eran Príncipes de Asturias. Es sin embargo
responsabilidad de todos, de manera transversal,
desde todos los ámbitos posibles, intelectuales, empresariales,
políticos y económicos, que esa realidad tangible, esa patria de la
lengua, siga creciendo, saludable y poderosa, preservada y a la vez
renovada. Eso conforma nuestro mundo, ancho y de muchas
orillas, y la grandeza secular de nuestra lengua. Un cimiento de
realidad y progreso. Quien lo leyó (y vivió) lo sabe.