8/01/2007

Querido Emilio

Imposible describir la sensación que recorrió la plaza del pueblo cuando alguien, un amigo, comunica que acababa de morir Emilio. Va a pasar mucho tiempo para desligar ese momento, no por esperado menos dramático, y la terraza veraniega del cafe La Fresneda. Habrá otros momentos para hablar de su gran humanidad y la generosidad con que se entregó a todo lo que hizo en este su pueblo, otros lo harán mejor, ahora tendremos que asumir su perdida como amigo inmejorable, contertulio apasionado, compañero de rutas montañeras y de jornadas gastronómicas, y siempre cercano cuando lo necesitabas.

A. Alvarez

MURIÓ EMILIO

Recojo de mi mesita de noche un libro de poemas que a mi mente vienen tras la noticia de la muerte de Emilio Fernández. Al igual que entonces, cuando la pluma de Machado lo describía, bajo el sol de fuego, ahora, cae Emilio un tarde horrible del mes de Julio. Me resisto a admitir que así sea y así, también recurrente, llega a mi mente el poema que Sabina escribió a José Hierro, cuando yacía moribundo:

Que se Joda la Puta desdentada que tenemos que hablar de muchas cosas

Pero no ha sido posible. Los consejos, las máximas, como las de aquel Séneca Televisivo de nuestra infancia, no volverán a surgir de sus labios callados para siempre.

Hoy es un día triste para todos los vecinos de la Fresneda. Se ha ido un hombre bueno, un gran amigo, un asturiano que no ha hecho honor al dicho que recuerdo de Juan Uría Ríu o, tal vez, de Sánchez Albornoz:

Asturiano: Loco, vano o mal Cristiano”.

Ninguna de esas características adornaba la personalidad de Emilio Fernández.

De los últimos 18 años de vida de Emilio, aquellos que hace que lo conocí, recuerdo que nos deja en la Fresneda un bagaje de trabajo desinteresado que ha fructificado, ya hace tiempo, en una escuela de Fútbol, idea por el pergeñada y en la que, en principio pocos creían. Un equipo de Montaña que para el alcanzó su quinta esencia cuando emocionado divisó, tras largas jornadas de camino agotador, la Catedral de Santiago, sabedor que la siguiente Jornada abrazaría al Santo y rezaría ante él. Las fiestas del Club de Campo, con los Corderos asados el días del maratón de Padell – por cierto recuerdo como me eliminó en una final cuando él Jugaba con Roberto, el profesor de Tenis, y yo lo hacía de pareja de Saucedo -. Nuestras tertulias de los jueves, que amenizaba con la discordia, en todo caso, siempre amena, con Álvaro Álvarez. No puedo olvidar, su pregón, cargado de ironía y sarcasmo, acompañado en la Gaita por su gran amigo Santi Pintado; y más próximos, viene los recuerdos del final de sus días, acompañado siempre de Fico, de quien dijera, con el sarcasmo, por cierto muy asturiano que consiste decir lo contrario de lo que piensas:

Con Fico no pues contar pa na, son los fiestas del Pueblu quedé pa tomar un vasu con él, salgo a la plaza y encuentrulu subiu nun globu”

El último recuerdo que me queda, amable y simpático como todos los de él, define perfectamente su estilo: Paseábamos Cristina y yo por el parque cuando lo vimos acompañado de Teyi; y le dije:

“Acompáñanos a la Plaza Blanca que es la fiesta de la plataforma vecinal”

A lo que contestó:

“Yo las únicas plazas blancas que conozco son La Casa Blanca y El Santiago Bernabeu “

Lo echaremos mucho de menos.

Fdo: ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ DE MESA

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