5/31/2007

Troteras y danzaderas

Coincidiendo con las elecciones y con las multiples interpretaciones sobre los resultados aqui y allá, (a la primera fase de publicación de resultados, en los que todos son vencedores, le sucede sin excepción otra en la que los que de verdad pierden se enfrentan al juicio severo de los propios compañeros que sin reparos piden su cabeza en bandeja de plata y cumplir así el trámite de designar nuevos candidatos, entre los que se encontrarían ellos, por supuesto) coincidiendo con esto, decia, escribe Alvite sobre un tema en el que es reconocido especialista, como son los bares de alterne, variante moderna de las casa de lenocinio o mancebía*...

*(Al principios del siglo pasado, las administraciones locales regulan la prostitución creando cuatro categorias, en funcion del alojamiento: Primera clase, "Amas de casa con huespedes", Segunda clase, "Aquellas que se hallan de huespedes", Tercera clase, "Con domicilio propio", y Cuarta clase, "Amas de casa sin huespedes", cada Ama podía regentar una casa con seis chicas, como maximo. Para profundizar mas (en el tema) se recomienda "La vida Golfa: Historia de las casas de Lenocinio, Holganza y Malvivir" de Javier Rioyo, una clara exposición de la evolución de tan antigua profesión, desde los lupanares romanos, Leno era el responsable del lupanar, facilmente reconocibles porque tenían en la puerta un falo o príapo de piedra, siendo sustituidos posteriormente por una rama, que dió un nuevo nombre a sus moradoras.)

Dice Alvite
(...) "Un colega periodista al que invité una madrugada a tomar copas en un local de alterne, flaqueó y acabó en el catre con una de las chicas. De regreso a mi lado en la barra, me dijo que había sido su mejor experiencia sexual, pero al echar cuentas, confesó que la pasión de aquella fulana le había parecido falsa y que se sentía tan estúpido como si hubiese pagado por regar las plantas del parque bajo la lluvia. Tratándose de quien se trataba, comprendí que se sintiese defraudado por la falsa pasión de su pareja, por la fugacidad del encuentro y por el temor a haber contraído una enfermedad que ni siquiera le diese tiempo a salir a la calle y arrancar el coche. Mi colega exageraba, sobre todo en lo que concierne al riego de contraer una de esas enfermedades inconfesables que sólo están bien vistas en la platina del microscopio y en las biografías de los artistas. Treinta años en los tugurios me han servido para tener la certeza de que en determinadas circunstancias nada hay más limpio que la mierda y que las enfermedades más rebeldes y peligrosas se contraen por lo general en el aliento promiscuo del confesionario, en las seminales butacas del cine y en los hospitales. Ocurre tradicionalmente con las chicas de alterne lo que sucede ahora con el mar, en el que a menudo el marisco está más limpio que el agua. Cosa distinta es la pasión. Como no puede ser de otro modo, se trata casi siempre de puro teatro. Si fuesen sinceras, en vez de pasión las chicas demostrarían asco y le vomita- rían en la boca al cliente, que suele ser lo más contagioso del negocio. Con los calcetines de algunos de los clientes, el dueño del garito podría darle de comer toda la semana a los gatos del burdel. Hay fulanos a los que incluso les huelen mal los ojos y el reloj. Para evitar las náuseas, la mayoría de las chicas evitan los besos en la boca y procuran acelerar la faena. Por eso recurren al teatro, gimen y se muerden los labios como si tratasen de sobreponerse a un placer incontrolable. ¿Hay acaso algo de malo en eso?..."

Robin des Bois

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