4/25/2007

Memoria Histórica

Han tenido que pasar 70 años del asesinato del Rector de la Universidad de Oviedo, Leopoldo Alas para que la comunidad universitaria, y la sociedad asturiana, reivindiquen su figura y rechace la arbitrariedad del tribunal de guerra que le condenó a muerte, acusandole de haber asistido a un mitin de Azaña, haber formado parte del gobierno provisional de la Republica o haber sido Rector de la Universidad...
En el acto que tuvo lugar el pasado febrero, el ex-rector Alberto Marcos, durante cuyo mandato en 1987 se propició el primer tributo institucional Leopoldo Alas y su rehabilitacion como rector de esa Universidad, solicitó junto con otros ex-rectores la nulidad del infame consejo de guerra que condenó a muerte a Leopoldo y obligó a su esposa a pagar 250 pesetas de costas procesales. Tan inexplicable como su propia muerte, asesinado para vengar en él "el retrato cruel y veridico" que de la sociedad ovetense habia hecho su padre, Lepoldo Alas "Clarin", lo es el hecho del silenciamiento absoluto de su memoria y su obra al que condenaron a tan ilustre intelectual, y la negligencia con que la propia Universidad de Oviedo se olvidó de él, que ahora.

Dice el ex rector Alberto Marcos en su intervencion que "no está de mas este acto, lejos de actitud vengativa para transmitir la historia tal como fue y mantener a Leopoldo Alas en el sitio que se merece...", y ese es el espiritu que ha animado en la tramitación de la Ley de la Memoria Histórica que se lleva a cabo en el parlamento para condenar la ilegitimidad de los órganos represores y de las sentencias de los juicios franquistas, que han condenado a miles de españoles sin ningún tipo de garantías legales. Al margen del alcance de las consecuencias jurídicas de la declaración de ilegitimidad de los juicios franquistas, sobre las que hay divergencias, sorprende (es un decir) la negativa de la derecha en la oposición a abordar este asunto, esgrimiendo argumentos tan peregrinos como que "se entierra la transición" o "la gente no quiere hablar de Franco ni de la República", cuando lo que se acuerda es condenar la dictadura franquista y recuperar la memoria de tantas injusticias sin revanchas.

Salud

El 1 de octubre de 1937, al anochecer, en medio de una lluvia menuda, los moros, los que trajo Franco, entraron en Covadonga. El dean de Covadonga sale a recibir al coronel Juan Bautista Sánchez, jefe de la V brigada Navarra y sus oficiales, entre ellos el jefe del IV Tabor de Alhucemas. La Guerra en Asturias, ed. Prensa Asturiana, 2007.


Intervención de Alberto Marcos Vallaure en el paraninfo de la Universidad de Oviedo, en el Acto Homenaje en Memoria del Rector Alas, el día 23 de Febrero de 2007

Sr. Rector Magnífico, Sr. Presidente del Principado de Asturias, Dignísimas autoridades, señoras y señores:

Han transcurrido ya veinte años desde que recordáramos en esta misma sala a D. Leopoldo Alas Argüelles, con motivo de su reposición honorífica como Rector de la Universidad de Oviedo, por acuerdo unánime de la Junta de Gobierno, coincidiendo con el 50 aniversario de su cruel asesinato.

He repasado mis notas y comprobado que en aquella Junta, celebrada más precisamente el 19 de Febrero de 1987, se sentaban 29 universitarios, entre ellos algunos que luego ocupaan puestos relevantes en la universidad y en la sociedad. Allí figuran el Profesor Juan Antonio Vázquez, hoy nuestro Rector Magnífico; los Profesores Juan Sebastián López Arranz y Julio Rodríguez, este último tristemente fallecido, quienes también fueron Rectores de esta casa; el Profesor Ricardo Sánchez Tamés, hoy nuestro defensor del universitario; la Profesora Mª. Aurora Aragón Fernández, que más tarde sería Vicerrectora de Ordenación Académica; los entonces Vicerrectores Javier Alvarez Pulgar, que años más tarde volvería a desempeñar el mismo cargo, Emilio Murcía Navarro, también tristemente fallecido y que ocupaa la Consejería de Ordenación del Territorio en el Gobierno del Principado, y Adolfo Rodríguez Asensio, hoy nuestro Director General de Universidades en el Gobierno del Principado; por último, solo porque es al final donde figura, como correspondía a su cargo de Secretaria General, la Profesora Paz Andrés Sáenz de Santamaa, quien luego sería también Vicerrectora de Extensión Universitaria.

Los que hemos tenido mayor fortuna, podemos reunirnos de nuevo para honrar la memoria de Leopoldo Alas, porque nuestro compromiso moral como universitarios, hijos y nietos de vencedores y vencidos, es recordar la historia y mantener viva en la memoria su figura, porque conocer y divulgar la verdad está en la misma esencia de nuestra labor universitaria.

En los últimos años se han tratado de encontrar las razones que existieron para que sus verdugos lo llevaran al paredón de fusilamiento; algo que pudiera explicar el brutal asesinato. Aunque a estas alturas no será fácil reconstruir de modo completo la trama humana y sus miserias, y todos los entresijos de la historia, pienso que las razones no son difíciles de comprender, por más que sean imposibles de aceptar, considerando el contexto en que los hechos se produjeron.

En la parodia de juicio a la que fue sometido se le acusó de participar en mítines y actos políticos en los que o nunca haa estado o no haa tomado la palabra; de criticar al ejército, al que sin embargo defendió cuando éste fue acusado del incendio de la Universidad en Octubre del 34; de incitar a la rebelión (¿a la rebelión?), aunque los verdaderos rebeldes no pudieron probar nada al respecto; de masón; de atacar a la religión… Pero los motivos de su muerte son mucho más sobrecogedores que todo esto de lo que fue acusado.

Una proclama publicada en Sevilla en1936 que he visto reproducida en un escrito de Josep Fontana, proporciona, a mi juicio, la clave para comprender el destino de Alas y el de tantos otros. La proclama se titulaA las cabezas” y dice así: “No es justo que se degüelle al rebaño y se salven los pastores. Ni un minuto más pueden seguir impunes los masones, los políticos, los periodistas, los maestros, los catedráticos, los publicistas, la escuela, la cátedra, la prensa, la revista, el libro y la tribuna, que fueron la premisa y la causa de las conclusiones y efectos que lamentamos”.

1936, el mismo año del exabrupto pronunciado por Millán Astray en la Universidad de Salamanca: “¡Mueran los intelectuales!”, ante el propio claustro presidido por su Rector, Don Miguel de Unamuno. Estos pronunciamientos señalan el inicio de una represión generalizada de consecuencias nefastas para la Universidad.

En su reciente libro sobre la destrucción de la Universidad española durante el franquismo, sostiene Claret Miranda que la represión que tuvo lugar debe interpretarse no solo como un elemento de castigo para los desafectos y de sumisión para los indecisos, sino además como un elemento de cohesión para los vencedores. A estos fines de la represión yo añadiría otro, acaso menos inmediato pero no menos trascendente: hacer desparecer de la memoria de todo un pueblo cualquier vestigio del recuerdo de la existencia de una república de ciudadanos. Los que no vivimos el “alzamiento” pero crecimos durante la dictadura sabemos algo de este último objetivo.

En la indagación de las causas de su fusilamiento, repasemos ahora brevemente algunos hitos de la biograa de Alas: comienza su doctorado en Madrid bajo los auspicios de la Institución Libre de Enseñanza; completa su formación en Alemania, pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios; regresa a España y obtiene una cátedra de Derecho Civil en la Universidad de Oviedo…

Permítanme un inciso: ¿les suena a algo este ‘extraño’ modo de realizar una carrera académica? Y ahora calculen mentalmente: ¿cuántos años debieron de pasar para que en la Universidad española se retomaran tales prácticas?

Continúo. En 1929, siendo Decano de la Facultad de Derecho, envía al General Primo de Rivera una enérgica protesta por el cierre de la Universidad de Murcia, que provoca la suspensión temporal de funciones docentes y el cese de todos los decanos y secretarios de la Universidad ovetense; este mismo año firma el manifiesto que define el partido Radical-socialista junto con Domingo Sanjuán, Companys, Galarza, Albornoz y Benito y Vital Álvarez Buylla, entre otros; en 1931 es nombrado Rector de la Universidad y resulta además elegido Diputado en las Cortes Constituyentes de la República; al año siguiente desempeña la Subsecretaa de Justicia bajo el ministerio de Albornoz; en 1934 asiste impotente a la destrucción de la Universidad y en solo dos años dirige y consigue su reconstrucción, prácticamente tal como hoy la vemos, aunque nunca llegaa a inaugurarla

A la vista de estos datos biográficos ¿se necesitaban más pruebas de cargo? No tengo duda de que lo que causó la ruina de Alas fueron precisamente su condición de ciudadano ejemplar y sus destacados servicios a la Patria. Las palabras del fiscal en el consejo de guerra al que fue sometido, que no repetiré ahora por ser ya de sobra conocidas, refuerzan esta hipótesis. Sus verdugos tenían plena conciencia de sus actos y conocían bien la significación de Alas. Pocos meses antes haa sido también fusilado en Viznar el Rector de la Universidad de Granada, Salvador Vila, cuya biograa recuerda en muchos aspectos a la de nuestro Rector. Y muchos otros universitarios corrieron la misma suerte en toda España. Con estos siniestros prolegómenos comenzaba lo que muchos años después Laín Entralgo calificaa, en su “descargo de conciencia”, como el “atroz desmoche” de la Universidad española. Lo dejo aquí porque analizar las consecuencias de la purga de la universidad y seguir sus vicisitudes durante el franquismo me alejaa de los fines de este acto.

Parafraseando a Mainer, la larga dictadura franquista fue un periodo que propició muy poco el ejercicio del rechazo o del arrepentimiento por parte de todos aquellos que respaldaron el régimen. El caso de Leopoldo Alas constituye buena prueba de ello. Debieron transcurrir casi cuarenta años para que su retrato se colgara en nuestra Sala de Profesores, junto con el de otros rectores de nuestra Universidad (por cierto, el mismo año, 1976, en que el retrato de Salvador Vila, fuera también repuesto en el Salón de Rectores del Hospital de Granada). Y medio siglo para que la Junta de Gobierno de nuestra Universidad le repusiera honoríficamente en sus funciones y acordara la colocación de la placa conmemorativa que podemos ver a la entrada de este Paraninfo.

No está de más este acto porque es importante transmitir a las nuevas generaciones, lejos de cualquier actitud vengativa, la historia tal y como fue, y mantener presente al Rector Alas en la vida de esta Universidad y en el lugar que se merece.

Después de tantos años me reconforta la presencia en este acto de los responsables de la vida política de Asturias y, por encima de todos la de Doña Cristina Alas, que una vez más honra esta casa con su presencia y cuya dignidad y entereza constituye un ejemplo para toda la comunidad universitaria.

Muchas gracias.

Alberto Marcos Vallaure, Catedrático del Departamento de Geología y Exrector de la Universidad de Oviedo, leyó este texto durante el homenaje al Rector Alas Argüelles celebrado en El Paraninfo de la Universidad de Oviedo coincidiendo con el 70 aniversario de su fusilamiento.

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