Margot, la joven pastora, un gatito se encontro y acogiendolo contra su seno el gatito se puso a mamar, un pastor que andaba de ronda lo encontró tan poco comun que lo contó por todo el pueblo y ........se armó la de Dios en aquel pueblo frances del mediodia, aburrido y burgues, como solo son los gabachos. En palabras de Georges Brassen:
Quand Margot dégrafait son corsage
pour donne la gougoutte à son chat, (la GuGu, en cristiano)
tous les gars, tous les gars du village
étaient là, la la la la la - la, étaient là, la la la la la - la,
Como ahora con el NO al tratado de la Union Europea. Civilizados y cultos, refinados y pedantes, con la mejor prensa de Europa pero una pandilla de egoistas
que votan con la cartera. Les encanta dar lecciones al mundo de lo listos y lo avanzados que son. Lo que nos cuenta Qim Monzó nos venia que ni pintado a La Fresneda. Siendo egoistas, repartiamos unos milloninos entre nosotros a cambio de dejar que la ENRESA nos pusiera el vertedero nuclear de alta intensidad, no será peor que el que tiene Los Alamos ( los Alamos no era donde hicieron los primeros experimentos nucleares los americanos antes de tirar las bombas en Japon)? donde el campo de golf (a saber de donde habrán sacado el material con el que construyen). Al menos asi veriamos si algunos jugadores mejoraban su juego con la influencia de los isotopos de larga vida.
Salud
Alvaro
MUCHOS DIRÁN que por 12 millones de euros anuales una población digna no se vende
QUIM MONZÓ
La Empresa Nacional de Residuos ha anunciado que la población que acoja el almacén temporal de residuos nucleares de alta intensidad recibirá, como compensación, 12 millones de euros anuales durante un periodo de ochenta años, o más. Para los que aún se pierden al imaginar en euros grandes cantidades de dinero: 12 millones equivalen a unos 2.000 millones de pesetas. Poca broma: 2.000 millones de pesetas, cada año, es una pasta. Multiplicada por ochenta años da 160.000 millones.
Imaginemos entonces un pueblo de tamaño discreto. De doscientos cincuenta habitantes, por ejemplo. Repartidos entre doscientos cincuenta habitantes, 2.000 millones de pesetas tocan a 8 millones por cabeza, sea ésta de hombre, mujer, niña, bebé, jovencito con piercing o abuelita con tacatá. O sea que, de forma fácil, una familia tipo podría pillar 24, 32 o 40 millones de pesetas anuales. Está claro que si la Empresa Nacional de Residuos paga esa cantidad es porque a nadie le apetece tener, en su municipio, un "almacén temporal de residuos nucleares de alta intensidad". Todo el mundo ha visto Los Simpsons,sabe que a veces en Springfield aparecen peces con tres ojos y que, cuando llega el momento de bendecir la mesa, a menudo Homer dice: "Gracias, Señor, por estos alimentos y porque no se haya demostrado que la energía nuclear cause muertes". Con 24, 32 o 40 millones de pesetas anuales por familia -imaginen lo que cobrarían si el municipio tuviese aún menos habitantes- seguro que más de uno se lo planteará. ¡Es la cultura del subsidio llevada al límite! O, visto de otra forma, la versión ampliada de lo que hacen algunas compañías de telefonía móvil, que -para acallar los reportajes que hablan de los peligros de las antenas repetidoras- pagan a las comunidades de vecinos que aceptan tener una en su edificio.
Nadie quiere tener cerca nada que sea peligroso o molesto. Nadie le ve la gracia a una cárcel a quinientos metros de casa. Por eso, para instalarlas buscan comarcas poco habitadas, a ver si, al ser pocos los habitantes, pueden con ellos, sea en plan abusananos,a base de prometerles mil mejoras para el municipio, o pagando, un billete encima del otro. A gran escala, ya hace tiempo que algún país centroeuropeo tiene en su territorio prisiones de otro país. Y hay naciones del Tercer Mundo que albergan residuos nucleares de naciones del Primero. Todo, a cambio de una compensación."¡Mardito parné!"
Muchos dirán que por 12 millones de euros anuales una población digna no se vende, y sacarán a relucir los sentimientos, el apego por la tierra y toda la pesca. Pero, para aquellos a los que todo eso les importe poco, será una oportunidad única, de la que una sola población -sólo una- sacará tajada. Y cuyos habitantes dispondrán -¡durante ochenta años!- de un subsidio la mar de respetable, sobre todo si lo comparamos, por ejemplo, con el que cobra un pensionista medio. Conseguidos los 12 millones de euros anuales, a muchos de sus habitantes no les resultará difícil montarse una segunda residencia en otra población -treinta, cien o mil kilómetros más allá- e ir trasladándose a ella poco a poco y de forma discreta, hasta convertirla en primera y, sin nunca cerrar definitivamente la otra para no levantar la liebre, ir viviendo del momio.
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