Decia Quevedo que los ojos pequeños tienen niñas y los grandes mozas, y Jardier Poncela que en la batalla de Sedan, les dieron.... cosas tan creativas, e ingenuas, como los intentos de la nueva cocina, los nuevos cocineros, de deconstruirlo todo. Ya lo hizo Ferran Adria con su tortilla española y ahora los novisimos con el huevo frito. Aqui se puso de moda hace tiempo los huevos rotos, que son lo contrario de los deconstruidos, osea, "esgonciaos", con el copyrigt de la Sidreria Los Lagos. Hoy no faltan en el menu de cualquier sidreria. Pero donde esten unos huevos estrellaos con unas patatinas fritas y un poco de pan, que se quiten los experimentos. De esa ha montado Lucio un buen negocio que amenaza tomar por asalto toda la Cava baja de Madrid. Lo que tienen mas jodido decontruir es una chuleta, a menos que le quites su carnet de identidad (el hueso) como hicieron cuando lo de las vacas locas , aunque bien mirado, nuestros clasicos cocidos son deconstrucciones de un plato mas antiguo, seguramente de peor factura. Y si no, aqui estan los garbanzos por un lado, el chorizo y el tocino por otro, las patatas para rellenar, y el caldo con los fideos deconstruidos en otro plato. Hay gente que se empeña en juntarlo todo pero esta pensado para comerlo asi, expresamente, por un genio. Al pote asturiano le pasa parecido, la fabada sin embargo es tan novedosa que todavia han de pasar por el filtro de su perfeccionamiento, si es que se va a seguir comiendo, que ya veremos.
Por cierto, la mi muyer ha deconstruido durante años los huevos fritos, inevitablemente tenian la culpa la sarten que se pegaba, la espumadera, el fuego, el aceite o una llamada inoportuna de telefono. Hoy como unos buenos huevos "esgonciaos" sin copyrigt.
Que aproveche
Alvaro
Con un par...
Por Carlos Maribona
ABC
Para muchas culturas milenarias los huevos eran elementos sagrados, símbolos de la vida. En nuestro tiempo, cuando por exigencias de lo que llamamos civilización ya no creemos en casi nada y hemos renunciado a todo lo que huela a sagrado, seguimos rindiendo pleitesía a los huevos, sobre todo si son de gallina -de campo, claro- y están fritos.
Porque los huevos fritos son el plato más sencillo que podamos imaginar pero también el más popular. En una encuesta hecha por el gastrónomo Leopoldo Pomés entre más de mil quinientas personas, anónimas y populares, fueron elegidos como plato preferido por más de quinientas, sin contar casi doscientos que los citaban en el arroz a la cubana.
Rafael Alberti, Serrat, Álvaro Mutis, Berlanga, Alejandro Sanz o Amparo Rivelles, por citar sólo algunos de los más conocidos, declaraban los huevos fritos como su sabor predilecto. Por no hablar de cocineros de vanguardia como Juan Mari Arzak o Ferrán Adriá, que siempre afirman que no hay nada mejor en la mesa.
Y es que el espectáculo de los huevos fritos no tiene parangón: dos esferas amarillas sobre un fondo blanco brillante y ondulado con sus puntillitas doradas en los bordes. Puro arte.
Sólo necesitamos un trozo de pan -y en el colmo de la sofisticación unas patatas bien fritas- y el milagro está hecho. Como alguien ha dejado escrito, si no existieran, habría que inventarlos.
Pues bien, en estos tiempos de tensión y crispación, tres hombres de la restauración se reunieron ayer en el Foro Gastronómico del Salón de la Alimentación, que se celebra en Madrid, para tratar una sesuda cuestión: ¿existe el huevo frito perfecto? Y cada uno hizo lo que pudo.
Lucio Blázquez, el hombre que ha dado nombre a los mejores -los huevos de Lucio son ya un mito-, y Félix Cabeza se decantaron por lo clásico. Paco Roncero, joven cocinero que representa lo mejor de la nueva cocina, hizo una deconstrucción.
Ya saben, se separan las cosas -en este caso yema y clara- para reunirlas después. El resultado no es malo, pero la afición se quedó con los de siempre.
Y es que aunque la cocina avance por los terrenos de la alquimia, donde esté un buen par de huevos -de los de toda la vida- que se quite lo demás. Los genios no son los nuevos cocineros. El genio es el primero que frió un huevo.
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