En un bar en el barrio sevillano de Triana la aportación del escritor asturiano A.D. FombellaAhora vivimos en un mundo en el que, como decia no se quien, "la limonada se hace a partir de ingredientes artificiales, y los muebles con autentica madera de limonero", pero hasta hace bien poco la gastronomia concitaba a buenos escritores y ha sido motivo de buenos libros y mejores citas:
"La comida popular, buena o mala, debe constituir para el viajero un dato de tanto valor como el paisaje, con el que guarda siempre una íntima afinidad. Lo uno explica lo otro, y el automovilista que se ponga a comer caviar en la paramera de Ávila no comprenderá la solemnidad de la paramera ni apreciará tampoco la esquisitez del caviar, y será al mismo tiempo un pésimo viajero y un gastrónomo abominable",
decía un gran viajero y gastrónomo, anarquista y gallego, como Julio Camba, que ha sido reconocido como el Brillat-Savarin español, el padre de espiritual y terrenal del epicurismo y la gastronomia, cuya obra cumbre, "Fisiologia del gusto" es cita obligada de todo "gourmand" que se precie, solo hay que repetir aquello de que "La gastronomía es enemiga del exceso; todo hombre que se indigesta o que se emborracha corre el riesgo de que le borren de los registros". En su biblia sobre la gastronomía cita su teoria sobre los grandes comedores predestinados, los financieros, los médicos, los literatos y los devotos.
De los médicos que son "gastrónomos por seducción, y tendrian que ser de piedra para resistir a la fuerza de las cosas (...) se les ceba como a pichones; se dejan y en seis meses han adquirido la costumbre, ya son gastrónomos sin remisión". Curiosa precisión ya en siglo XVIII, en el que los laboratorios debian tener menos actividad comercial.
Pero para hablar de médicos y de medicina pública vamos a tener a un especialista en la tertulia que posiblemente nos haga pensar sobre la eutanasia, la investigación sobre las células madre, el aborto, y tal vez sobre la molesta costumbre de los médicos del sistema público de tutear a todo paciente que se ponga delante y ser exquisitamente corteses cuando hacen "bolos" en la medicina privada.
Salud
"La comida popular, buena o mala, debe constituir para el viajero un dato de tanto valor como el paisaje, con el que guarda siempre una íntima afinidad. Lo uno explica lo otro, y el automovilista que se ponga a comer caviar en la paramera de Ávila no comprenderá la solemnidad de la paramera ni apreciará tampoco la esquisitez del caviar, y será al mismo tiempo un pésimo viajero y un gastrónomo abominable",
decía un gran viajero y gastrónomo, anarquista y gallego, como Julio Camba, que ha sido reconocido como el Brillat-Savarin español, el padre de espiritual y terrenal del epicurismo y la gastronomia, cuya obra cumbre, "Fisiologia del gusto" es cita obligada de todo "gourmand" que se precie, solo hay que repetir aquello de que "La gastronomía es enemiga del exceso; todo hombre que se indigesta o que se emborracha corre el riesgo de que le borren de los registros". En su biblia sobre la gastronomía cita su teoria sobre los grandes comedores predestinados, los financieros, los médicos, los literatos y los devotos.
De los médicos que son "gastrónomos por seducción, y tendrian que ser de piedra para resistir a la fuerza de las cosas (...) se les ceba como a pichones; se dejan y en seis meses han adquirido la costumbre, ya son gastrónomos sin remisión". Curiosa precisión ya en siglo XVIII, en el que los laboratorios debian tener menos actividad comercial.
Pero para hablar de médicos y de medicina pública vamos a tener a un especialista en la tertulia que posiblemente nos haga pensar sobre la eutanasia, la investigación sobre las células madre, el aborto, y tal vez sobre la molesta costumbre de los médicos del sistema público de tutear a todo paciente que se ponga delante y ser exquisitamente corteses cuando hacen "bolos" en la medicina privada.
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