2/25/2007

Bruce Lee

Dejo dicho el maestro Billy Wilder "¿conoces esa mirada que tienen las mujeres cuando quieren sexo contigo? Yo tampoco", una muestra de coherencia de un genio del cine que nos ha regalado algunas de las mejores comedias que ha dado la industria americana (La tentación vive arriba, Con faldas y a lo loco, El apartamento, Primera Plana...7 oscar y 21 nominaciones por recordar unos premios que se entregan precisamente hoy). De coherencia va la cosa, por el articulo de Alvaro Otero de hoy en El Faro de Vigo, en el que se refiere a la reciente sentencia del Tribunal Supremo que da la razón a la Conferencia Episcopal en asunto del despido de una profesora de religión por no tener coherencia su vida particular con el mensaje cristiano que debe propagar a los inocentes escolares. Hemos leido opiniones sobre lo justo de la sentencia, en correspondencia a lo establecido en el contrato entre la Iglesia y los profesores de religión (católica, por supuesto), con la cobertura presupuestaria del Ministerio de Educación, para complicar mas la cosa. Tambien una consecuencia no deseada de la "cobardia" del Gobierno socialista por acabar de una vez con la imposición de la enseñanza religiosa en la escuela que impone el actual Concordato con el Vaticano, y que es impropio de un estado aconfesional.

Salud


P.D.: Ya sabemos a estas alturas que los cuatro dias que dura el carnaval panameño (las fiestas del Rey Momo las llaman) son agotadores porque se empieza por la mañana con las "mojaderas" o "culecos" para refrescar el calor y ya no se para en esos cuatro días de acompañar comparsas y "tunas" y de admirar a las reinas del carnaval. Uf, que cansancio solo de pensarlo....


Bruce Lee y el azote de Dios
"La coherencia de la Iglesia se echó siempre mucho de menos". | ÁLVARO OTERO


En los límites del colegio de los Padres Paúles de Marín, más allá del campo de fútbol, justo antes del gran muro y su alambrada, descendía el breve barranco donde un pequeño grupito de niños, hará casi treinta años, nos fuimos a saltar, en el recreo de nuestra sobremesa mediopensionista, al estilo Bruce Lee. El padre Pato no tardó en pillarnos, y así como estábamos, en rebaño, como corderitos, nos condujo a uno de los despachos de dirección entre las miradas compadecidas de los demás alumnos. No recuerdo cuántos éramos exactamente, quizá cuatro o cinco. Vociferando la prohibición de jugar en aquella parte del colegio, nos obligó a arrodillarnos haciendo un círculo y a desnudarnos de cintura para arriba. Acto seguido se dirigió a mí y me pidió el cinturón. Muriéndome de miedo, le dije que no se lo daba. Enfurecido, se lo pidió al compañero que estaba a mi derecha, que se lo quitó entre lágrimas de puro terror. Después nos azotó la espalda con él unas cuantas veces. Cuando en mi casa, y en la de mis compañeros de infortunio, nos descubrieron las marcas, se montó el escándalo. Mi propia tía se dirigió a la asociación de padres de alumnos y éstos a la dirección del colegio, pero no pasó nada. Escenas como ésta, quizá no tan duras, pero semejantes, eran entonces moneda de cambio en algunos colegios de curas. Los azotes, las bofetadas, los castigos ejemplares. Nunca se planteó la Iglesia, durante muchos años, la incoherencia entre esta particular forma de entender la docencia y la palabra de Jesucristo, cuando hablaba de poner la mejilla y tantas cosas más. Una incoherencia, por lo demás, meridiana, como se me ocurrió pensar, ya un poquito mayor, cuando descubrí en la televisión a aquel padre Pato oficiando la misa de los Milagros de Amil. Allí, en aquel altar, hablando ante la multitud del amor entre los hombres. El azote de Dios contra Bruce Lee. Ahora hemos descubierto, mediante sentencia del más alto tribunal de este país, la incoherencia jurídica de dar clase de Religión y ser divorciado/a, y además vivir con otra persona. No es cuestión aquí de entrar en sesudas digresiones a favor o en contra, que doctores tiene el Estado y la Iglesia para ello, sino en el fondo de lo que se reclama: la coherencia. Para dar clase de Religión, en virtud de su condición de asignatura confesional, hay que ser coherente en la vida particular, dice la Iglesia y refrenda el Constitucional, con los preceptos que se imparten. Sorprendente reclamo de coherencia. Se echó mucho de menos en la política clerical respecto a los escándalos de pederastia. Se echó siempre mucho de menos, a largo de la Historia, cuando la Iglesia -la que manda, no tantas buenas monjas y sacerdotes que en el mundo hubo y hay- siempre estuvo del lado del poder, por corrupto y malvado que fuese. Se echa de menos cuando desde la suntuosidad se diserta sobre la pobreza. Todo un incoherente panorama ante el cual incluso el padre Pato se redime en mi memoria. Al fin y al cabo, él sólo aplicaba lo que todos, incluido su Iglesia, siempre le habían dicho: que la buena letra, caramba, con sangre entra. Dichoso Bruce Lee, dichosos saltitos.

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