2/06/2007

ADN

La noticia era algo asi; una camarera italiana, de la región de Bolzano, quiere que se haga test de paternidad a la mitad del equipo de futbol local, dos concejales y un empresario, para saber quien es el padre de su hijo. Naturalmente e inmediatamente se admiten apuestas y, como dice un amigo, seguro que, o bien es el portero del equipo o uno de los concejales, viendo como está el futbol y la politica en el pais vecino. Para ser justo, no muy distinto de lo que se guisa por aqui, a pesar de los culebrones de Berlusconi y de los lios del "calcio".
Forges lo vio asi, acogiendose a la conocida especialidad de los funcionarios de la Comunidad de Madrid y de su presidenta "Aguirre o la colera de Dior" a la cabeza, a contar asistentes a manifestaciones (en depende que tipo de manifestaciones, claro) .


La otra noticia que tambien tiene lo suyo esta relacionada con el asesinato de un alcalde en una zona rural de Lerida, Fago, y la rapida detención del supuesto asesino que enseguida confesó dada la consistencia que aportan las pruebas de ADN de restos encontrados en el lugar de los hechos. Para Juan José Millás queda claro que ahora es mucho mas dificil que antes no dejar rastro de nuestro paso, debido a nuestra naturaleza "desprendida".
Para terminar por hoy, lo que dice un paisano de Cascantes, que he encontrado en un blog dedicado a Santa Lucia, en León, y que suscribo "A mi no me jode morirme, a mi lo que me jode es el tiempo que hay que estar muerto".

Salud

La Pesadilla Genética.
Juan José Millás

Uno no puede moverse sin dejar restos biológicos por donde va. Siempre se nos cae algo. La condición del hombre es la pérdida. Desde que salimos de casa por la mañana, hasta que volvemos, bien entrada la tarde, hemos dejado por ahí un reguero de tejido epitelial, de cabellos, de saliva, quizá de lágrimas. ¿Desde que salimos de casa he dicho? No: desde que nacemos, incluso desde antes de nacer. Somos en parte el producto de una caída, de una pérdida, pues no otra cosa es el orgasmo (la "pequeña muerte", según los franceses). De ahí que los budistas, expertos en la conservación de la energía, eyaculen hacia dentro. Aunque no sabe uno qué es peor, pues la sensación de caerse hacia dentro es una de las más desagradables. Mucha gente deja de beber por eso.

El presunto asesino de Fago fue descubierto porque dejó un rastro de restos biológicos más claro que un reguero de miguitas de pan. Las miguitas de pan se las comen los pájaros y el tejido epitelial los ácaros, pero éstos tardan más. El Pulgarcito del futuro extenderá a su paso, para no perderse, gotitas de saliva, pestañas, caspa, quizá un poco de pis, incluso de caca, con perdón. A la vuelta, como llevará los aparatos de medición precisos en la mochila, no tendrá más que seguir la pista de su ADN, lo que tal vez sea un modo de seguirse a sí mismo. Inquieta la idea de dejar tantas huellas allá donde uno va.
Hasta hace poco, el criminal sólo tenía que llevar cuidado con las huellas dactilares. Por eso se inventaron los guates de látex. Si no los habías utilizado, al salir de la casa de la víctima tenías que limpiar los pomos de las puertas. Ahora tienes que hacer una limpieza química. Basta que se te escape un estornudo para dejar las paredes y los muebles llenos de material genético. ¿Se puede vivir así, con esta obsesión, con esta conciencia de pérdida cotidiana? ¿Cuánta cantidad de ADN se va por el sumidero del lavabo junto a los pelos de la barba? Genético viene de Génesis. Quiere decirse que en el principio fue un estornudo. Dentro de muchos siglos, cuando la humanidad haya desaparecido, quizá resurjamos de nuevo a partir de un excremento conservado en un pedazo de hielo. Todo es una pesadilla.



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