Karadzic, ¿un criminal diferente?
SLAVENKA DRAKULIC
Reconozcámoslo, Radovan Karadzic es diferente. Para empezar, tiene un aspecto distinto a todos ellos, los fornidos y grasientos políticos de los Balcanes, los generales rechonchos y sin afeitar, los delincuentes comunes de ojos astutos, los taxistas convertidos en policías secretos. Karadzic es un hombre alto y robusto, de barbilla enérgica y ojos grandes. Su cabello canoso, largo y alborotado, le hace parecer más una estrella de rock que un político. Es fácil imaginarlo en el escenario con un micrófono en la mano, cosa que hacía con frecuencia, aunque no como estrella de rock. Posee carisma y un estilo personal.
Su juicio por genocidio contribuirá a saber la verdad sobre la guerra. Su captura obligará a los serbios a reconocer lo que ocurrió en la guerra
La historia de su vida -un individuo nacido en una pequeña aldea de Montenegro que llegó a Sarajevo, a la universidad, a la fama como poeta y, por último, a la presidencia de
Todos estos años, cada vez que pensaba en Radovan Karadzic, no podía quitarme una imagen de la cabeza. Pertenece a un documental rodado durante el sitio de Sarajevo: estamos en Pale, una colina sobre Sarajevo desde la que el Ejército de
Limonov acepta el reto, se arrodilla detrás de una ametralladora y dispara. Todo el mundo está encantado, este hombre es uno de ellos, exactamente como ellos. A pesar de ser poeta, no es un blandengue. Como su propio poeta serbio, ha demostrado que es un hombre de verdad. Como si en los Balcanes ser poeta, o ser psiquiatra, o intelectual, no contase para nada. Después, los dos beben sljivovica con los soldados y comen cerdo asado, sin preguntarse ni por un instante si Limonov ha alcanzado a alguien o no.
Pero yo, después de ver el documental, sí me pregunté si Limonov había matado o herido a alguien. ¿Cómo era posible que intelectuales y poetas y psiquiatras como Karadzic hicieran algo así? Me costó tiempo comprender que ésa es una pregunta equivocada. Es una pregunta equivocada porque da por sentado que unos individuos que se supone que son más listos -los más cultos, los sofisticados, artistas, ¡por Dios!- tienen unos criterios morales más elevados que los demás, la gente corriente. Y, sin embargo, vemos todo el tiempo que, en cuestión de ética y moral, no son diferentes que nosotros.
Lo he visto cuando trabajaba en mis libros sobre criminales de guerra sometidos a juicio en
Existe la tentación de llamar a los criminales de guerra como Radovan Karadzic, Ratko Mladic y Slobodan Milosevic "monstruos" porque es la forma más fácil de no tener presente la terrible idea de que también nosotros seríamos capaces de cometer u ordenar atrocidades. Pero no hay monstruos. Nosotros, la gente corriente, nos hacemos esas cosas unos a otros, seamos poetas o carteros. Los seres humanos tienen la capacidad de hacer tanto el bien como el mal. Ahora bien, también tienen la facultad de elegir. Radovan Karadzic escogió el poder y tener poder en tiempo de guerra podía costarle un precio muy alto, que ahora tendrá que pagar.
En los fragmentos de vídeo que emitió
La captura de Karadzic es para ellos una oportunidad de comenzar una nueva página (aunque no en blanco). Habrá euforia en el extranjero y llamarán valiente al nuevo Gobierno de Serbia, pero los ciudadanos serbios deben ver que se trata también de una oportunidad para ellos. Los políticos importantes murieron hace mucho, hay varios criminales de guerra detenidos, y ahora son las personas las que deben examinar su propia vida y su aportación a la política de los últimos 20 años.
Tal vez la principal consecuencia de esta detención tardía sea otra: el juicio de Karadzic contribuirá a saber la verdad sobre las guerras. Independientemente de las controversias políticas sobre el Tribunal Penal Internacional de
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
Slavenka Drakulic es escritora croata y autora de No matarían ni una mosca.
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