10/18/2007

Extraordinaria Placidez

Alguien dijo que en las Sociedades creativas (por ejemplo, el Renacimiento) las masas se miran en la élite, en las sociedades destructivas (El nacionalsocialismo alemán, por ejemplo) las élites se miran en las masas", está por saber donde se mirarian lo unos a los otros durante la dictadura franquista para que venga ahora un personaje de la calidad (mejor, cantidad) de Jaime Mayor Oreja y nos dice que no comprende lo de la memoria histórica porque durante la dictadura habia una "extraordinaria placidez", y sus compañeros de partido no saben en que "contexto" van a situar estas declaraciones para que no parezca lo que todos estan pensando, que por mucho que se empeñen, la derecha patria no se quitan el "pelo de la dehesa" de sus querencias antidemocraticas. Sin duda, Oreja se refiere a la placidez de los cementerios, las carceles y el exilio. Por eso han votado favorablemente a que se "despolitice" el Valle de los Caidos, antes que estos "bárbaros" lo destruyan.

Bakunin

Felacion. Maruja Torres

Como persona que vive del uso profesional de las palabras y personalmente enamorada de más de una -ellas no se tienen celos-, he sido abducida por el encanto de la combinación de un adjetivo y un sustantivo que me parecen muy adecuados. Me asaltan a menudo estos amores gramaticales, que se acumulan y que, conforme pasan los días, se superponen, permitiendo que los nuevos hallazgos -palabras como promesas, palabras como recuerdos, palabras que ningún viento puede llevarse- se conviertan en la punta de un iceberg, que pronto será recubierta también por otro flechazo verbal.

Acostumbrada a asomarme temprano a la pantalla del ordenador -aunque no desdeño la inmersión en fotos y filmaciones-, fui presa de la pasión mencionada leyendo elpais.com. Pronto, rauda, llegó a mi hogar de Barcelona la versión impresa que, negro sobre blanco -dos vocablos que ni los sáncheces ni los dragones han conseguido ensuciar- impresionó mi previa impresión. "Extraordinaria placidez", leí, corroboré, ratifiqué. Creo que nadie como don Jaime Mayor Oreja (y que me perdonen Acebes, Aznar, Rajoy y toda la panda: no le llegan ni a la suela de la trompa de Eustaquio) ha sabido definir mejor, utilizando la palabra justa (placidez: agrado, tranquilidad, alegría, jocunda), aquello que sintieron en el franquismo o con el franquismo (no bajo el franquismo) quienes se hallaban en el bando adecuado. El añadido del adjetivo en su femenina concordancia, "extraordinaria", no sólo remata sino que revive aquellos placenteros días.

De aquellas plácidas extraordinariedades devienen estas histéricas crispaciones, sin duda. Debe de ser muy duro abandonar el colchón de plumas que venía parejo con la placidez que, todo lo más, pedía un obsecuente referéndum de cuando en cuando, para hallarse en este sinvivir de permanente campaña electoral, con el miedo, además, de salir perdiendo.

No soy columnista equidistante, pero siempre hay que lamentar la pérdida de aquella... ¿cómo era? Perdonen, pero lo he olvidado. Sí, lo sé. Se trataba de un sustantivo precedido por un adjetivo.... Quia. Ni modo.

Acabo de ser arrebatada por dos palabras recién aparecidas en mis medios favoritos. Felación, monja. Qué plácida me siento.

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