"Somos una maquina de preocuparse, que funciona siempre en vacio, si es que no sabemos llenarla con ocupaciones razonables que eviten el despilfarro imaginativo que facilmente se apodera de nosotros al estar ociosos", hay que vivir mas de ochenta años y tener la cabeza en su sitio, como Miret Magdalena, para llegar a esta conclusion. Viene a cuento de la marea de noticias respecto al embarazo de la princesa Letizia, mi vecina de General Elorza demasiado joven y delgada para reparar en ella. Desde la felicitacion de Areces y su velada invitacion a un bautismo en Covadonga (coño, Emilio, podiamos hacerlo coincidir con el final de nuestra travesia por las caleyas hasta la cueva sagrada) a la loa de Neira al primer heredero asturiano desde Alfonso II, que deberia llamarse, según él, Pelayo o Adosinda, en su caso, se ha sucedido toda clase de comentarios, regalos y felicitaciones. Estabamos preocupados, para que negarlo, a ver si para una vez que una chavalina de la capital emparenta en lo mas alto no es capaz de preñar y dejar al descendiente sin descendiente. Lo cierto es que trabajamos en vacio, unos mas que otros, y si no de donde vienen estos programas de cronica social que ensalzan la banalidad, meten el dedo en las pasiones mas bajas y se rien de los "frikis", a los que pagan para que los demas nos sintamos superiores.
Como tiene que haber de todo, aqui va un articulo para contrastar. A este le parece que en los medios de comunicacion se habla poco de Euskal Herria (de las Vascongadas como dice Anson) , ya lo dijo Bernad Shaw, "el secreto de ser desdichado estriba en tener tiempo de pensar en si se es o no feliz". A final lo mismo, trabajar en vacio.
Salud
Alvaro
P.D.: el sábado pasado casi entro en casa como los toreros, a hombros, como mi admirado Emilio hace dos años en la misma fiesta. Vamos p'a vieyos porque la mi muyer ni me riño, solo me preguntó al dia siguiente camino de la plaza: ¿hoy que vas a beber? como si hubiera quedado con sed del dia antes.
Iñaki Lekuona
Qué pena
Diario Gara
La princesa está grávida, qué tendrá la princesa, que sigue en el telediario aunque ya no lo presenta. Si su presunta anorexia interesa, aun más que le falten dos reglas, que si con las vacaciones reales abren noticiarios, te contaré con un embarazo. La princesa está grávida, ¿qué tendrá la princesa, un primogénito varón o una reforma de la ley sálica?
Y en el zapping nocturno, periodistas especializados reflexionan sobre el sexo del próximo personaje real al que todos los ciudadanos españoles estarán obligados a rendir pleitesía abonando religiosamente con sus impuestos un sueldo regio con el que el futuro príncipe de Asturias, o princesa, se costeará un chalecito en Menorca, un yatecito en Puerto Banús y un viaje alrededor del planeta Tierra con todos los gastos pagados. Interesante.
Casualmente, los súbditos de este fabuloso reino tuvimos el privilegio de conocer la gran noticia al tiempo que un puñado de republicanos observaba con cara de desconcierto cómo José Luis Rodríguez Zapatero se presentaba en el antiguo campo de Mathausen con la bandera monárquica, esa que blasona la Corona de los Borbones, símbolo como es bien sabido de la libertad, de la solidaridad y del antifascismo.
Como símbolos de la libertad, de la solidaridad y del antifascismo son hoy día los petrócratas Putin y Bush, que, como dice un dicho francés, parecían en Moscú copains comme cochons, amigos como cerdos, vaya. Y hablando de la France, daba pena ver la pantomima del 60 aniversario del fin de la guerra, con tanta bandera tricolor y tanto canto patrio. Como pena daba el príncipe Carlos de Inglaterra gustándose al recordar la victoria aliada.
Qué pena. Qué pena que sesenta años después los europeos sigan, bandera en mano y patria en el corazón, celebrando victorias. Qué pena que sesenta años después de tantos millones de muertos, de tantos millones de tragedias los dirigentes hablen aún de ganar guerras, cuando lo realmente importante en un conflicto es ganar la paz.
Qué pena que en un contexto como el nuestro el embarazo de una princesa merezca decenas de páginas en los diarios y horas de programación radiotelevisiva, mientras que la gestación de un eventual proceso de paz en Euskal Herria sea tan embarazoso para los medios de comunicación que en lugar de alumbrar noticias prefieran abortar el debate y con él la esperanza. Qué pena. -
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