11/08/2015

Manipulaciones

Es curioso como se manipula la historia, deberiamos saberlo en este pais despues de cuarenta años de mentiras y otros treinta más de fraudes. Todo porque se simplifica lo suficiente para que un hecho desprovisto de su contexto sea definitivo y se tome como verdad absoluta y en esto los nazis han sido maestros y han creado escuela. Para muestra un botón, la anexión de Austria por parte de la "Nueva Alemania" de Hitler fue presentada como un éxito sin precedentes dado que el resultado del plebiscito se obtuvo mas de un 99 % de apoyo a la anexión. Dicho así, perfecto; todo los austriacos estaban de acuerdo en formar parte como provincia de la "Patria de los Germanos". Pero nada más alejado de la realidad si conocemos los antecedentes y las circunstancias en que se produjo la consulta.  

 

Tras la ocupación alemana, se estableció la supresión de la I República de Austria, la conversión de Austria (Österreich en alemán, literalmente Imperio Oriental) en la provincia de Ostmark (en alemán Marca Oriental) y la designación de Arthur Seyß-Inquart como gobernador general (aboliendo el puesto de canciller). Hitler, para legitimar los eventos de marzo de 1938, anunció un plebiscito para el 10 de abril de 1938, menos de un mes después de la anexión, que serviría para convalidar el Anschluss.
La unión con Alemania tuvo el apoyo del 99,73% del electorado. Si bien el resultado no fue manipulado, sí lo había voto secreto. La papeleta se tenía que rellenar delante de los oficiales de las SS y entregársela en sus manos, sin posibilidad de que el elector la introdujera en una urna por sí mismo. En dicha papeleta aparecía en el centro un círculo muy grande donde poner "sí", y otro más pequeño a la derecha donde poner "no", incitando claramente al voto a favor de los nazis.
sido todo el proceso electoral. Para empezar, no había
Además no hubo campaña posible a favor del "no", pues inmediatamente tras la anexión habían sido detenidas 70.000 personas en pocos días: judíos, socialdemócratas y comunistas, así como toda la cúpula política de la I República de Austria, entre los que estaban conocidos líderes políticos como Richard Schmitz, Leopold Figl, Friedrich Hillegeist y Franz Olah. El censo electoral dejó fuera a 400.000 ciudadanos (un 10% de los votantes potenciales), mayoritariamente izquierdistas y judíos. Por último un dato curioso: en Innervillgraten, una pequeña población donde la votación no estuvo custodiada por la Wehrmacht, el resultado fue de un 95% de votos contrarios a la anexión.


Los precedentes se remontan al tratado de paz de Versalles  que entró en vigor en 1920 y en un rápido resumen así sucedió aproximadamente....


El Tratado de Versalles prohibía expresamente la unión de Alemania y Austria en un solo Estado. Sin embargo, ésta era una de las principales reivindicaciones que Adolf Hitler expresaba en su libro Mein Kampf.
La población austríaca era, como la alemana, mayoritariamente germánica. Una importante proporción de los ciudadanos, fundamentalmente los nazis austríacos, era favorable -desde una visión pangermanista- a la integración estatal con Alemania, lo cual llevó al dictador alemán a forjar la idea de una “Gran Alemania”. En ello pesaba sin duda la situación económica de Austria, todavía muy deteriorada por las repercusiones de la crisis de 1929, y que hacía que Alemania fuese vista por los austríacos como la posible solución a sus problemas.
Hitler ya había intentado la anexión de Austria en 1934, cuando el primer ministro austríaco Dollfuss (de tendencia fascista) fue asesinado por los nazis alemanes que intentaron tomar el poder por la fuerza. El fracaso del golpe de estado y la determinante oposición de Benito Mussolini a la anexión que Alemania perseguía, hicieron fracasar los planes de Hitler.
A partir de esa fecha la inestabilidad política de Austria fue creciendo, alentada por el propio Hitler. El nazismo austríaco proalemán animó a Hitler a presionar al primer ministro Schuschnigg para que consintiese el “Anschluss” (unión, reunión o anexión) del país. Ante tales amenazas, el canciller austríaco pidió ayuda a Francia y Gran Bretaña que, sin embargo, rehusaron intervenir. Para legitimar su postura, Schuschnigg convocó para el 13 de marzo de 1938 un referéndum que expresara la posición de la población austríaca respecto al Anschluss. Hitler se opuso a tal plebiscito, dado que no deseaba correr el riesgo de un posible rechazo de los austríacos a la unión.

El 12 de marzo de 1938 las tropas alemanas entraron en Austria. Para entonces el primer ministro austríaco Schuschnigg había presentado su dimisión y había sido sustituido por el pronazi Seyss-Inquart. Las tropas alemanas fueron recibidas con júbilo por la mayoría de la población austríaca. Así desaparecía la I República de Austria, surgida tras la I Guerra Mundial de la desmembración del otrora poderoso Imperio Austríaco. El país quedaba anexionado a Alemania con el nombre de “Marca Oriental”.
Para legitimar la anexión, Hitler convocó un referéndum en abril de 1938, que arrojó unos resultados abrumadoramente favorables a la unión.
La tibia oposición de las potencias vencedoras en la Gran Guerra (especialmente Reino Unido y Francia) que debían haber garantizado el cumplimiento de los acuerdos de Versalles respecto a Austria, estimularon la política expansionista de Hitler. El presidente checoslovaco Edvard Benes se sintió seriamente preocupado por los hechos, pues comprendía que su país era el siguiente en la lista de Hitler.

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