2/18/2015

Mujeres dudosas con contrato indefinido



Según dice la 4ª Ley de Murphy “Si se aprecia que existen cuatro posibles maneras de que algo pueda fallar, y se soslayan, en seguida se desarrollar una quinta para la que no se esta preparado”. Desgraciadamente en el PSOE no se han leído este compendio de sabiduría, del azar y la fatalidad que rige nuestro destino y así les va. Empiezo a pensar que nos lo tenemos merecido.

A Salvador Sostres no lo merecemos, se basta y se sobra él mismo para atreverse a defender a Strauss-Kahn.

Salud


Saber si es una furcia

Salvador Sostres
A DSK le están juzgando por proxenetismo y él insiste que nunca supo que aquellas mujeres eran del asunto. "Cuando una mujer está desnuda" -le dijo al juez de instrucción, hace unos meses, en respuesta mítica- "cuesta mucho saber si es o no es una prostituta".

Resulta perfectamente creíble que sus amigos empresarios quisieran tenerle contento con champán y chicas, y ya se sabe que la absurda vanidad masculina se hincha todavía más si encima cree que es una conquista: "Dominique, te presentaré a una amiga que me ha dicho que le gustas mucho". Son prácticas no sólo habituales entre personas importantes sino que están en el más obvio manual de cómo tratar a un hombre con el que te interesa quedar bien.

Y pese a que pueda parecer una excusa, DSK tiene razón: no siempre es obvio cuándo uno se halla ante una prostituta ni tampoco dónde empieza y termina, en último extremo, este concepto. A Josep Monge, cuando todavía no era propietario de Via Veneto, pero era ya el jefe de sala, el director del restaurante le dijo que hiciera el favor de no permitir la entrada a ese tipo de mujeres que solían instalarse en el bar a la espera de ver entrar a hombres solos, hacerse invitar a una copa y a cenar, para venderles al final sus servicios. Una noche, Monge vio a una de esas mujeres en el bar, y del modo más delicado que pudo se acercó para decirle: "Perdone, señorita, pero aquí las mujeres dudosas no son bienvenidas". "¿Dudosa, yo? Yo, de dudosa, nada. Yo soy puta. Las dudosas son estas mujeres que están cenando aquí con sus maridos. Tampoco hay tanta diferencia, sólo que yo cobro al día y ellas tienen contrato indefinido".

Menos suerte tuvo el mâitre de Maxim's, en París, cuando harto de tener el mismo problema que en Via Veneto, una noche echó a dos mujeres solas que acababan de entrar en el restaurante al enfadado grito de "¡En esta casa la prostitución está prohibida!". Ambas salieron al instante del restaurante para volver a entrar al cabo de pocos minutos con sus respectivos maridos, que se habían quedado fuera hablando con un conocido al que por casualidad se habían encontrado. La Guía Michelín, al conocer la noticia, le retiró de golpe a Maxim's las tres estrellas que tenía, y tuvo que volver a ganárselas, año a año, y una a una.

Fiestas con champán y mujeres -y puros si hay margen- ha habido siempre. El expresidente del Barcelona, Joan Laporta, dijo hace poco que por mucho que le criticaran no se le ocurría ningún modo mejor de celebrar algo; y es evidente que es así como los hombres ha funcionado siempre, y así continuará, bien sea a la luz del día si las circunstancias lo permiten, o bien a escondidas si la policía moral insiste.

Y luego, la fina línea del precio, es muy relativa, como declaró aquel lord inglés que alquilaba parte de su mansión para organizar cacerías. El juez le preguntaba cuánto cobraba por la organización de cada evento, para aclarar si el propietario estaba al pago de sus impuestos.

"Well, it depends on the minibar, your lordship".

No hay comentarios: