7/23/2007

Esperanzas

Comparto con Javier Marias la esperanza en la gente que nos rodea, a los que señala como "Los valiosos ocultos", como contraposición a lo que aparece en la televisión y en los medios de comunicación en general, cuya imagen es decepcionante y a menudo lamentable. Nos contaba un amigo, profesor de un conocido instituto de Oviedo, sus avatares con la "tropa" de adolescentes y sus experiencias de varios años en la enseñanza. Aún a pesar de defectos importantes en el sistema educativo, nos trasmitia su convencimiento de que tenía una mayoria de alumnos muy buenos que contradicen lo que se suele oir por ahi sobre la juventud de ahora y su predisposición a afrontar responsabilidades.



Los Valiosos Ocultos, Javier Marias
....Y sin embargo la vida real, o personal, o privada, no tiene mucho que ver con todo eso, por lo menos la mía y las de quienes tengo cerca. Bien es verdad que en ella uno ve también hordas de descerebrados reales que, sobre todo en estas fechas, apenas saben articular más de una palabra, y ésta suele ser "¡Fiehta, fiehta!", independientemente de su edad, condición y sexo. Pero también estoy harto de conocer a personas valiosas que jamás hablan de nada de lo que nos inocula o cuela sin cesar lo público, sino de sus intereses o problemas particulares. Gente sosegada, bienhumorada, culta, educada, inteligente y prudente, atenta a su propia vida, afanosa por saber más, con buena voluntad y curiosidad infinita. Y no son sólo amigos de siempre, sino personas nuevas que me escriben o con las que me encuentro, a las que acabo de conocer y que me producen una impresión excelente, aunque el trato sea breve. Y también estoy harto de descubrir a jóvenes -en esta época en la que tantos parecen cafres; bueno, como en todas- que tienen todas las trazas de ir a convertirse en ciudadanos valiosos y responsables, deseosos de hacer bien lo que les toque en suerte (no siempre van a poder elegir, bien lo saben), indiferentes a la notoriedad y la fama, sobre todo si son mal ganadas. ¿Dónde están, me pregunto al poner la televisión o la radio o abrir los diarios? ¿Por qué aquí nunca aparecen, o muy raramente? Es tan abrumadora la vociferación de lo público, y tanta su capacidad de incitación a la mímesis en los más cortos de luces, que a veces no parece existir más realidad que la que los medios muestran, cuando la suya es por fuerza una visión sesgada, incompletísima. Esas personas valiosas son precisamente las que, por su discreción y sentido del ridículo, no se presentarían nunca a un concurso o a un reality show, ni acudirían a un programa de despellejamiento, ni dirigirían unos "informativos" a mayor gloria suya (el pudor se lo impediría), ni seguramente escribirían arbitrariedades en prensa como las que yo mismo escribo (y otros muchos, no crean). ¿O bien es que, en cuanto accedieran a estos medios, o a la política, o al obispado, se contagiarían de nuestra vileza? Imposible saberlo, y hay que dar gracias por ello. Porque mientras exista esa gente discreta, con sus intereses veraces, a gusto en su anonimato, con su atención centrada eminentemente en su vida particular y en su trabajo, sin más ambición que la de su propio mejoramiento, este país y este mundo no estarán aún condenados.

JAVIER MARÍAS

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