2/17/2005

Tierra de asilo

Alvaro:
Queda claro que Ginebra es una tierra para proscritos y exiliados,es decir, para pensadores.
Es aburrida por eso es bueno crear una tertulia y que mejor que una mesa donde hablar y comer se unan.Al final todos calvinistas.
Ire preparando el mantel.

Salut mon ami
Victor


A buen sitio mandamos a nuestro contertulio Victor, tierra de asilo y
principal foco del Calvinismo. En todo caso, seguro que alli no se pierden
en batallas baldias como aqui, sino que van a lo positivo, claro que por
eso es tan aburrida Ginebra (a no ser que te la tomes con tonica o limon y
bien fria). En que otro pais del mundo iban a correr rios de tinta con las
declaraciones de un ministro sobre los peligros de fumar conduciendo,
imaginaros que Victor, instalado y controlando a la perfección, como
suele, el entorno, nos consiga un cafe ginebrino para organizar un fin de
semana una tertulia para llevar a tierras protestantes nuestra inquietudes
sobre los condones y la iglesia, la liga de futbol o el estado de la
justicia, española, por supuesto. Seguro que nos echan a pesar de su larga
tradicion de tratar con renegados, apatridas, perseguidos y revoltosos.

Salud
Alvaro

(...) "Fueron los Alobrogios el primer pueblo que se estableció en la región,
parte de Galia (con la Saboya y el Dauphiné). Bajo la dominación romana
forma parte de la Provincia Romana (Gallia Narbonensis). Es capital del
reino de Borgoña en el siglo IX, e integra el Sacro Imperio Romano
Germánico en 1032. Durante los siglos XV y XVI es gobernada por los condes
y duques de Saboya.
Ginebra jugó un papel destacado cuando llegó la Reforma, iniciada por
Martín Lutero, al acoger a Juan Calvino en 1541 y ser principal foco del
Calvinismo. Fue una tierra de asilio que acogió los protestantes
perseguidos por los católicos y los intelectuales en desacuerdo con la
Iglesia Católica, de ahí su nombre de la Roma protestante. Integró la
confederación helvética en 1815".



El humo ciega tus ojos
Por Joan Barril El Periódico 16 febrero de 2005

Antes de que me detengan por el inminente delito de apología del tabaquismo
debo decir en mi descargo que nunca en mi vida he entrado en un estanco a
comprar cigarrillos, ya saben, esos cilindros blancos que son realmente la
causa de la muerte de miles de personas fumadoras y también no fumadoras.
No negaré que lo mío son los puros después de las comidas. Si hay, bien.
Y si no hay, también.
Las medidas antitabaco que se van a imponer en España en unos meses no van
a afectar mis hábitos personales, pero empiezan a afectarme en lo que
respecta a los límites de la libertad individual, un concepto, dicho sea de
paso, demasiado noble y elevado para ser esgrimido en defensa de un acto
tan poco sublime como es la ignición de un cigarrillo.
¿Que el tabaco es malo para la salud? De acuerdo. ¿Que hay que erradicar el
hábito? Adelante. Hay poca gente tan resignada como los adictos al tabaco,
siempre atenazados entre la necesidad de dejar de fumar y la endeble
voluntad que lleva a las recaídas.
Pero no sé hasta qué punto la Administración puede llegar a traspasar los
límites de lo ridículo para acabar con esa adicción. Y el ridículo lo ha
traspasado ya el ministro del Interior al considerar que se puede multar al
conductor fumador con 30 euros porque se ha comprobado que el acto de fumar
conlleva no pocos accidentes de circulación.
El conductor será multado en el momento en el que abra la ventanilla y del
interior del coche --de su coche-- surja la ofensiva nube del tabaco.
Se le dirá entonces al infractor que conducía distraído. Y tal vez el
multado dirá que sí, que efectivamente andaba distraído pensando en sus
cosas, pero de entre todas sus cosas la menos apasionante era sin duda el
humo del cigarrillo.
Si se trata de multar al conductor distraído no la emprendan con el
cigarrillo. Estoy a favor de todo aquello que sirva para salvar vidas. Pero
el asunto del tabaco al volante roza la paranoia salutífera.
¿Sabe el ministro Alonso la casuística que acaba de abrir para multar a los
conductores distraídos? No quiero pensar en lo distraído e irritado que
conducirá el ministro socialista si escucha la COPE y los volantazos que
daría Acebes al escuchar a Gabilondo en la radio de su coche privado.
Un conductor de Salamanca puede sentirse impedido de conducir si escucha
por la radio unas declaraciones de Carod-Rovira.
Las parejas mal avenidas ¿deberán, de ahora en adelante, viajar en coches
separados? Una discusión conyugal a 120 ¿no es más peligrosa que un
sencillo pitillo? O un bostezo. O un estornudo.
Renuncie el alérgico o el resfriado al kleenex de la guantera: es un acto
de distracción. Mejor, pues, conducir con los mocos al aire. Prohibido
cantar. Prohibido soñar en la mujer que nos espera o en la que acabamos de
>dejar atrás.
>Reo sea de multa el conductor que contempla arrebolado las fotos de sus
>hijos que le dicen "Papá, no corras", pero cuya mera contemplación ya es
>una distracción. Así me hablaba ayer mi hermano Ollé a bordo de un autobús
>donde un empleado cobraba, devolvía el cambio y conducía sin fumar bajo un
>rótulo que nos conminaba a no distraerle. Cuidado con el ridículo,
>ministro.

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