Yo soy partidario del teléfono móvil en contra de algunas opiniones intelectocologistas”. Y lo soy no solo porque da una potencia de comunicación - no mediatizada - al ciudadano, permitiéndole una capacidad de movilización hasta hace poco inimaginable, pero también por otras razones menores.
Recientemente, estando en Francia, me vi obligado a asistir a una cena a base de “Fondue” de queso, que mi vecino temporal gentilmente había preparado; en el transcurso de ella y entre amables alabanzas de los diversos productos gastronómicos nacionales, fui presa repentina de una flatulencia inoportuna, que se presentó en forma de “apretón miserere fromagiere”. Repasando mis conocimientos, no encontré otro remedio que una evacuación digna, y a ser posible rápida, de tamaña flatulencia. Manipulé entonces mi teléfono, haciendo que sonara y pretextando llamada inesperada de mi hija que estudiaba en lejana universidad, salí al jardín entre educadas disculpas, donde a una prudente distancia y en el contexto de una conversación inexistente, fui liberando moduladamente a la atmósfera local toda una serie de gasificaciones de diversos fromages, kirschs y vino del Jura...
De plácido regreso a la “soiree” recordaba como tan útil instrumento también sirve a uno de nuestros contertulios para después de largas conversaciones telemóviles, volver a la mesa con su racioncita de callos o “foie” a salvo de los depredadores.
¡¡¡¡¿¿¿ Sabéis quien es????!!!!
Fico Enterria
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