1/26/2009

Hostias consagradas

Es una suerte tener en Asturias un periodico de referencia como La Nueva España, si no existiera habría que inventarlo, como alguno de los que alli escriben, ayer mismo Javier Neira firmaba un artículo imponente sobre la nueva religiosidad en Oviedo en los años 50, como consecuencia de la cual se edificaron seis nuevas parroquias, entre ellas la de "la Gesta". Hoy trae una noticia de primera sobre la que deberiamos hacer una seria reflexión, se trata del tráfico ilícito de hostias consagradas para usos satánicos (?), producto del robo que supone, según la noticia, el pecado mas común entre los que llegan al tribunal de la Penitenciaría Apostólica.
Ahora nos enteramos, pobres pecadores, que los párrocos no tienen licencia para perdonar todos los pecados de los fieles, y que algunos como los de carácter sexual grave (?) o nombrar obispos sin contar con la Iglesia (??) tienen que confesarse en esa penitenciaría, a la que se supone habrá que ir acompañado por abogado y procurador, para que no te cargen una penitencia desmesurada.
No sabemos si están incluidos en el apartado de "pecados de carácter sexual grave" los revelados estos días por la prensa (por la prensa de los ateos, claro) sobre las andanzas de los prelados en el Instituto Antonio Provolo de Verona, de la orden de la Compañía de María (aunque a ellos parece que les gustaba mas la compañía de José, ahora se defienden diciendo que todo eso es mentira, que los pobres sordos no se enteraron de nada, que solo les enseñaron a rezar mirando a la Meca...).

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/prelado/sodomizo/intento/otros/juegos/sexuales/elpepisoc/20090125elpepisoc_5/Tes


El tráfico de hostias consagradas crece en España

El tráfico de hostias consagradas va en aumento, y uno de los países donde el negocio es más rentable es España, según los datos de la Penitenciaría Apostólica. Las hostias robadas en las iglesias son utilizadas para celebrar misas satánicas y su precio en el mercado es elevado, aunque varía mucho. Las más caras son las consagradas por el propio Papa Benedicto XVI. El robo de hostias es el pecado más común entre los que llegan al tribunal de la Penitenciaría Apostólica, que se ocupa de las faltas más graves confesadas por los fieles católicos que no pueden ser perdonadas por los párrocos. La Penitenciaría Apostólica también ha de intervenir en la absolución de pecados como la violación del secreto de confesión por parte de un sacerdote, los pecados de carácter sexual graves, el nombramiento de obispos sin consentimiento de la Iglesia y en casos de agresión al Papa.

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