Como torpezas las que trae la prensa sobre el reciente seismo en Japon que ha originado una averia importante en una de las mayores centrales nucleares del mundo, y cuyos responsables han querido minimizar los daños al explicar que se habia vertido una mínima cantidad de agua contaminada, cuando el realidad ha sido mucho mas y ha obligado al gobierno a cerrarla para evaluar el alcance de los daños. Ahora se dice que la central está construida sobre una falla, y no de Valencia precisamente...
La Editorial de El Pais lo dice así:
Episcolandia
MARUJA TORRES
Estupefacta. Desconcertada. Decepcionada, podría añadir. No entiendo a la Conferencia Episcopal de este país nuestro (quiero decir que no sólo es suyo). Tenían una nueva ocasión de salir a la calle a manifestar su iracundia (mezcla de santa indignación y carcundia) y, al parecer, la están desaprovechando. Me siento defraudada.
Y es que yo ya les visualizaba, como ahora se dice, todos juntos yendo de Sol a Génova (o por do les plazca exhibir sus mensajes) y enarbolando pancartas con eslóganes parecidos a estos: "No a la persecución de los sacerdotes pederastas de Los Ángeles", "Basta de relatar maltratos sexuales masivos tapados por los obispos", "Devuelvan a Sus Eminencias los 478 millones de euros que les han sacado de indemnización", "Abajo los niños provocativos y las niñas indecentes", "Nosotros consagramos, nosotros ocultamos", "Mi cuerpo es mío", "La sacra pederastia unida jamás será vencida" y "Volveré y seré millones". El último me gusta especialmente porque, aunque parece una frase pronunciada por Che Guevara en premonición de su actual abundancia de efigies, su autora fue Eva Perón, desdeñada en su día por el Vaticano por haber sido actriz y mujer de costumbres entretenidas.
¿Les parezco brutal? Pues ni la décima parte de lo brutal que podría ponerme cada vez que pienso en la Injerencia Episcopal. Lo que pasa es que me contengo.
Si no me contuviera les preguntaría, por ejemplo, por qué alzan tanto la voz para proteger a los niños de este país (suyo, de los niños) de una educación ciudadana impartida en las escuelas; y por qué callan tanto cuando se descubren casos de abusos sexuales perpetrados por sacerdotes en los colegios y parroquias. Les diría pero mirad que son ustedes distraídos. El pío frenesí ciega sus ojos. ¿Es que no comprenden que unos niños que crecen en la equivocación (la ética) son mucho más provocadores para la sodomía, y unas niñas educadas en la aberración (los derechos y deberes) resultan irresistibles?
Pero no pienso ponerme así de brutal, pues ello es una actitud impropia de mí. De modo que continuemos con el tema de la manifestación pro-clero pederasta de Los Ángeles. Tienen ustedes el tiempo justo para prepararla de aquí al sábado.
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