9/11/2009

El Miedo global

EL MIEDO GLOBAL, de Eduardo Galeano

Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.
Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.
Los automovilistas tienen miedo a caminar
y los peatones tienen miedo de ser atropellados.
La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.
Los civiles tienen miedo a los militares,
los militares tienen miedo a la falta de armas,
las armas tienen miedo a la falta de guerras.

Es el tiempo del miedo.
Miedo de la mujer a la violencia del hombre
y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
Miedo a los ladrones, miedo a la policía.
Miedo a la puerta sin cerradura,
al tiempo sin relojes, al niño sin televisión.
Miedo a la noche sin pastillas para dormir
y miedo al día sin pastillas para despertar.
Miedo a la multitud, miedo a la soledad,
miedo a lo que fue y a lo que puede ser,
miedo de morir, miedo de vivir.


9/02/2009

Epidemias

Se reabre el curso escolar, el tertuliano y el politico, bueno el politico nunca cierra, para nuestra desgracia en vacaciones frivolizan aún mas con las cosas serias,y tenemos a las puertas una epidemia que amenaza incluso con llegar a acuerdos gobierno y oposición, no así tanto entre las autoridades sanitarias y los médicos, que en buena medida consideran alarmista los anuncios sobre la extensión y gravedad de la epidemia de gripe A. Hoy Félix Ovejero dice en un artículo en El País:

"(...) La dificultad última radica en la particular naturaleza de la actividad política. Mientras en los restaurantes, salvo en los de postín -en los que, en realidad, nosotros no probamos los platos, sino que los platos nos prueban a nosotros y, si no nos gustan, tenemos un problema-, uno, mal que bien, es capaz de reconocer lo mejor, en política no hay un modo inequívoco de identificar la buena gestión. Sobre todo, la gestión que evita que los problemas aparezcan, gestión que, por definición, no deja trazas y, por ende, no luce. Las epidemias que no prosperan son el mejor ejemplo. Cuando se desencadenaron enfermedades como la de las vacas locas o la gripe aviar no faltaron los que, al ver que las cosas no pasaban a mayores, acusaron de tremendista a la OMS, que, precisamente, con su rápida intervención contribuyó en buena parte a que las cosas no pasasen a mayores. Una reacción parecida a la del ex seleccionador de fútbol, Clemente, quien descalificaba los controles antidoping porque "no sirven para nada, como lo prueba el que no hayan pillado a nadie..."

Pero no todo va a ser malas noticias, incluida la situación económica y los datos del paro, una autentica epidemia de consecuencias imprevisibles, nuestro corresponsal en la villa de Cué, del (gran) oriente asturiano, Alfonso Celorio, nos envia una crónica a resultas de unos papeles encontrados en los archivos diocesanos relacionados con el antiguo monasterio de San Antolín de Bedón, que relatan la creación de órdenes religiosas singulares relacionadas con epidemias y guerras de otros tiempos.

Cuerpo de Pajilleras del Hospicio de San Juan de Dios, de Málaga, cuyo relato de su existencia es como sigue:

En diciembre de 1840, se autorizaba la creación (merced a una especialísima dispensa del Obispo de Andalucía) del Cuerpo de Pajilleras del Hospicio de San Juan de Dios, de Málaga.

Las pajilleras de caridad (como se las empezó a denominar en toda la península) eran mujeres que, sin importar su aspecto físico o edad, prestaban consuelo con maniobras de masturbación a los numerosos soldados heridos en las batallas de la reciente guerra carlista española.
La autora de tan peculiar idea, había sido la Hermana Sor Ethel Sifuentes, una religiosa de cuarenta y cinco años que cumplía funciones de enfermera en el ya mencionado Hospicio. Sor Ethel había notado el mal talante, la ansiedad y la atmósfera saturada de testosterona en el pabellón de heridos del hospital. Decidió entonces poner manos a la obra y comenzó junto a algunas hermanas a "pajillear" a los robustos y viriles soldados sin hacer distingos de grado. Desde entonces, tanto a soldados como a oficiales, les tocaba su "pajilla" diaria. Los resultados fueron inmediatos.

El clima emocional cambió radicalmente en el pabellón y los temperamentales hombres de armas volvieron a departir cortésmente entre sí, aún cuando en muchos casos, hubiesen militado en bandos opuestos.
Al núcleo fundacional de hermanitas pajilleras, se sumaron voluntarias seculares, atraídas por el deseo de prestar tan abnegado servicio. A estas voluntarias, se les impuso (a fin de resguardar el pudor y las buenas costumbres) el uso estricto de un uniforme: una holgada hopalanda que ocultaba las formas femeniles y un velo de lino que embozaba el rostro.

El éxito rotundo, se tradujo en la proliferación de diversos cuerpos de pajilleras por todo el territorio nacional, agrupadas bajo distintas asociaciones y modalidades. Surgieron de esta suerte, el Cuerpo de Palilleras de La Reina, Las Pajilleras del Socorro de Huelva, Las Esclavas de la Pajilla del Corazón de María y ya entrado el siglo XX, las Pajilleras de la Pasionaria que tanto auxilio habrían de brindarle a las tropas de la República.