3/08/2012

Señora!, le cambio la hija por un piano y así tocamos los dos

Hoy es el día internacional de la mujer, dicho así puede parecer que se la equipara con cualquier celebración destinada a despertar la conciencia sobre un asunto determinado, como puede ser el día internacional del glaucoma, de la tuberculosis, del riesgo cardiovascular, del sueño, de la poesía, del detenido, del agua o del teatro. Pero las mujeres, que se sepa, no son una enfermedad, mucho menos un bien escaso o en vías de extinción, afortunadamente, son ni más ni menos que seres humanos que tienen que demostrar casi cada día que son tan listas, torpes, mediocres o brillantes como el resto de "bípedos implumes".
Coincide la celebración con una serie de debates suscitados en torno a la condición femenina, como el artículo del académico Ignacio Bosque sobre el lenguaje sexista, apoyado sin fisuras por la exigua minoria de mujeres que participan en la Academia ( "La desigualdad de las mujeres no se soluciona forzando el lenguaje. Pero también es cierto que el lenguaje es muy permeable, muy sensible al cambio, y cuando éste se vaya produciendo en la sociedad, progresivamente, podrá modificar el modo en el que nos expresamos", en palabras de Soledad Puértolas). Se suman urgentemente a la celebración las declaraciones del recien ministro de Justicia, que no de Gracia, en las que señala cual es el camino de su reforma respecto a la ley vigente sobre el aborto ( "...el legislador no debe ser indiferente a la situación de muchas mujeres que ven violentado su derecho reproductivo por excelencia, que es la maternidad, por la presión que ejercen a su alrededor determinadas estructuras.") , donde al parecer los derechos de las mujeres no pintan nada). No menos curiosa ha sido la imagen del presidente de los periodistas de Granada que se saca el cinturon para amenazar a una manifestante, para pedir perdón seguidamente porque se le había ido la cabeza. Pero la perla de la semana se la lleva el asunto del iman de Terrasa y sus recomendaciones para tratar a la mujeres díscolas o "desviadas", un tema recurrente al que ni siquiera los musulmanes más moderados son capaces dar una respuesta convincente.
Yo lo celebraría con un piropo desde el andamio: "Señora!, le cambio la hija por un piano y así tocamos los dos" a riesgo de que me tachen de machista irredento.

El imán de Terrassa orienta a sus fieles para no dejar huellas al castigar a sus mujeres

De acuerdo con la tradición musulmana, el imán es el encargado de dirigir la oración canónica de los fieles. Se trata de una figura respetable y respetada, aunque sólo sea porque tiene capacidad para aleccionar a la comunidad del Corán. Dicen los mossos d’esquadra que el imán de Terrassa, Abdeslam Laarusi, dedica el tiempo de la oración a impartir sugerencias sádicas o humillantes. Con el fin de corregir las “conductas desviadas” de las mujeres (las de sus fieles, se entiende), recomienda la aplicación cuidadosa de la violencia física más brutal combinada con la torsión psíquica de graduación media. Los golpes a las esposas deben aplicarse con el puño o el bastón, pero sin romper huesos ni hacer sangre; mejor repartirlos en todo el cuerpo, para no dejar señales; las esposas díscolas deben ser recluidas en el hogar y se las puede coaccionar negándose a mantener relaciones sexuales. El imán Laarusi carece de magnetismo y rebosa de ferocidad. La descripción del castigo selectivo y oculto, probablemente una concesión a un entorno democrático que no permitiría este tipo de prácticas, es más propia de un torturador de la Escuela de Mecánica de la Armada de los tiempos de Videla que de un servidor de Alá.

Para evitar una enfadosa discusión teológica o antropológica sobre lo que entiende el Corán por amonestar a las mujeres rebeldes, lo pertinente es centrar la cuestión en el único punto posible: en España es ilegal agredir a las esposas en el ámbito conyugal (y a cualquier persona, desde luego). Quien practica esa perversión o la recomienda debe ser imputado penalmente, juzgado y, si el tribunal lo considera culpable, condenado. No hay burladeros culturales, ni coartadas sociales, ni emplastos teológicos que mitiguen el desmán.

No hieras a una mujer ni con el pétalo de una rosa” reza el tópico lírico árabe. El imán de Terrassa y el de Fuengirola (Mohamed Kamal Moustafa, condenado a prisión por hechos similares a los atribuidos a Laarusi) no cultivan la lírica; probablemente ni siquiera la prosa, con lo que tendrían que aprender (y enseñar a sus fieles) de Averroes o Avicena. Responden más bien a la tipología del imán de herradura, armados para cocear.