7/12/2007

Misterios

Ya tardaba en llegar que el Vaticano recompusiera el rito tridentino en la misa, después del disparate de la misa en las lenguas nacionales como consecuencia de la apertura del concilio Vaticano II, y a la consiguiente invasión de toda suerte de variaciones para acercar el misterio teologico a la nuevas modas de la sociedad. Con las mismas podian haber vuelto a la misa en griego de los primeros tiempos del imperio romano que lo tenia como oficial, o incluso a la original en arameo de los primeros cristianos, ya metidos en misterios que nos los recuerden en lenguas muertas. Imagino la alegría con que han recibido la noticia los chicos de Lefevre y demás tendencias conservadoras dentro o en los aledañós de la Iglesia católica, que con esta medida verán abiertas otra vez las puertas a la Santa Casa.
Mucho menos misteriosa ha resultado ser la sentencia que condena al cura madrileño, vicario del arzobispado con Monseñor Rouco, por abusos sexuales a un menor y al propio arzobispado por permitir y ampara al clerigo, al quedar probado que sus superiores conocian de sus andanzas desde el años 2000. Si estos reclaman su exclusividad en la formación moral y en la educación de la conciencia a nuestros escolares, como repiten para oponerse a la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía, deberían ser mucho mas cuidadosos con sus ovejas descarriadas y ejercer la caridad antes con las victimas de la pederastia que con los delincuentes propios.

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