Sobre el tan traído y llevado asunto de la objetividad en la
Ciencia, con mayúsculas, vino Carl Sagan a echar una mano, ”la
Ciencia tiene dos reglas, no hay verdades sagradas; toda presunción tiene que
ser examinada críticamente; los argumentos de autoridades no valen nada”.
Segundo: “cualquier inconsistencia con los hechos tiene que
descartarse o revisarse. Nosotros tenemos que comprender el Cosmos como es y no
confundir como es con como quisiéramos que fuera”. Por resumir, “el
primer pecado de la humanidad fue la fe; la primera virtud, la duda”
En cualquier caso, nunca estuvo la Ciencia libre de
prejuicios y de “autoridades” que negaron las evidencias, hay muchos ejemplos y
me temo que los habrá siempre.
En el terreno de los deseos más que las realidades se mueven
nuestros “amigos” catalanes, ahora víctimas de una conjura del Estado español,
muy español y mucho español, que cuando se ven delante de un tribunal le acaban
echando la culpa hasta a los voluntarios del sucedáneo de referéndum que
montaron.
Salud camaradas
¡Precise, soldado Homs!
- ARCADI ESPADA
28/02/2017 03:12
ANTES de entrar en el Tribunal Supremo, donde será juzgado por
desobediencia y prevaricación, Francesc Homs dijo que era un soldado. Un
soldado de Cataluña. No fue del todo original. Hace un tiempo, y ya como ex
presidente, Artur Mas dijo que se sentía lo mismo. Soldado, en este
contexto, es una palabra poco recomendable. No acaba de connotar con el
carácter simpático que los nacionalistas han querido dar siempre a su
xenofobia. Por si fuera poco está gudari, que quiere decir lo mismo en
vasco nacionalista, y que es el nombre que se dan a sí mismos los terroristas
de ETA.
Si se trataba de subrayar la modestia personal, habría sido mejor una
opción civil. Obrero, por ejemplo. «Obrero de la construcción nacional»,
mira tú qué bien. Parece mentira, además, que nacionalistas acérrimos
incurran en el riesgo de denominarse soldados de Cataluña, teniendo en
cuenta la misteriosa canción: «Quisiera ser tan alto como la luna/ Para ver los
soldados de Cataluña». Los hechos donde se enroscan los versos no están claros.
Pero hay escasas posibilidades de que tales soldados no sirvieran al Rey de
España.
El soldado Homs padece una desasosegante contradicción. Se ha señalado a
menudo la que afrontó el Estado español cuando el presidente del Gobierno llamó
simulacro al 9-N para que luego el fiscal del Estado se querellara
contra sus promotores. Pero algo menos se menciona la contradicción
nacionalista de inspirar ante las masas y espirar ante el juez. Al soldado
Homs le aprietan especialmente las costuras de esta contradicción. Y de sus
trajes, por cierto. Destinado a una vida funcionaria, se ve hoy, y en vida,
ante el juez Supremo. ¡Cómo aceptar que todo ha sido un simulacro!
La verdad sobre el caso Savolta, la primera y
gran novela de Eduardo Mendoza, iba a llamarse Los soldados de
Cataluña en homenaje a la canción infantil. Los soldados de Mendoza eran
los pistoleros y anarquistas que se enfrentaron en las calles de Barcelona a
principios del siglo XX. Por debajo de la inofensiva apariencia de la canción
circulaba una verdad desagradable, la auténtica verdad del caso. Y es que
Cataluña, al igual que cualquier sitio, se había construido a tiros. Como el
mismo escritor dice, luego vienen los curas y los pedagogos a dar sermones;
pero primero están los tiros.
Le corresponde precisar al soldado Homs hasta qué punto pretende hacer
literatura.
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