2/09/2015

Del enemigo el consejo



En tiempos revueltos siempre hay alguien que se empeña en equivocarse, podría estar pensando en los que le hacen la cama al Secretario General del PSOE, los que juegan a la política en IU y los demás que no han encontrado sitio. Parece una ley inexorable que la izquierda ha de pasar por el desierto una temporada a ver si se aclaran las ideas y se libran de los arribistas y los inútiles. Acudir a Anson y sus finos análisis es como tentar al diablo, pero de este también se aprende algo.  
Ya lo decía Samaniego:
Bebiendo un perro en el Nilo
al mismo tiempo corría;
-Bebe quieto -le decía
un taimado cocodrilo.
Díjole el perro, prudente:
-Dañoso es beber y andar
¿Pero, es sano el aguardar
a que me claves el diente?.
¡Oh, qué docto perro viejo!
Yo venero tu sentir
en esto de no seguir
del enemigo el consejo.


El PSOE, árbitro de la situación

LUIS MARÍA ANSON
Actualizado: 04/02/2015 20:40 horas
EN EL FECUNDO bipartidismo que ha vertebrado la democracia española en la Monarquía parlamentaria, en la Monarquía de todos, el PSOE ha gobernado más años que el centro derecha. Son muchos los que consideran conveniente que no se extinga la alternativa de los dos grandes partidos nacionales sino que se robustezca. De Gaulle sacó a Francia de la ingobernabilidad de la IV República. Italia se convirtió en la carcajada europea durante el pentapartido. El bipartidismo, con la adenda de alguna formación bisagra, ha producido estabilidad y prosperidad en una buena parte de las naciones europeas.
Las últimas encuestas desdibujan el mapa político español con la irrupción de Podemos que desplaza al PSOE y se instala como segundo partido nacional, pero sin votos suficientes para dar continuidad al bipartidismo. Si se confirmaran los sondeos -y los expertos tienen razonadas dudas- el PP se reduciría a 140 escaños, Podemos alcanzaría 89 y el PSOE se quedaría en 80. Asistiríamos así a un fenómeno inesperado: el partido que lideró Felipe González en la época dorada del socialismo, se convertiría en el árbitro de la política española, en la llave para abrir o cerrar los portones monclovitas y el acceso a la silla curul.
Cuando el Adolfo Suárez preterido fundó el CDS su aspiración era alcanzar los 75 escaños. «Nadie podrá gobernar sin mí», decía. El Madrid de Rodríguez Sahagún sirvió como botón de muestra. Suárez, sin embargo, agobiado por problemas familiares y personales, no encontró apoyos suficientes para convertirse en bisagra de la política nacional.
Conforme a las encuestas más serias -que tal vez no se cumplan- el PSOE quedaría en un tercer lugar robusto y de sus favores dependería que gobernara el PP o que lo hiciera Podemos. Difícil papeleta para quien decida los destinos socialistas tras las elecciones. El apoyo al PP fracturaría internamente a un partido que está en ebullición. El respaldo a Podemos abriría horizontes de extinción para el PSOE. Hace un año Felipe González, el gran hombre de Estado de la democracia española, apuntó la gran coalición al estilo alemán. Le navajearon desde todos los ángulos. Se convirtió en el hombre de la esquina rosada. Y, sin embargo, no le faltaban razones. En primer lugar porque la fórmula atendería al beneficio de España, al interés nacional, al espíritu de la Transición. En segundo lugar porque el PSOE se mantendría en el Gobierno o en el ejercicio de una parte del poder político, a la espera de superar la infección de Podemos.
Inútil, en todo caso, hacer conjeturas o recrearse en la especulación. Lo que sí queda claro, según las encuestas, es que el PSOE, aún retrocediendo a una tercera posición, se convertiría en la bisagra de la política española, en la llave de la gobernabilidad. Tal vez, sin embargo, todo siga igual porque son numerosos los analistas que confían en una recuperación del socialismo demócrata cuando llegue el momento de que la ciudadanía deposite las papeletas en las urnas y juegue el sentido común sobre la vehemencia.
Luis María Anson, de la Real Academia Española.

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