Tras la ocupación alemana, se estableció la supresión de la I República
de Austria, la conversión de Austria (Österreich en
alemán, literalmente Imperio Oriental) en la provincia
de Ostmark (en alemán Marca
Oriental) y la designación de Arthur Seyß-Inquart como
gobernador general (aboliendo el puesto de canciller). Hitler,
para legitimar los eventos de marzo de 1938, anunció un
plebiscito para el 10 de abril de 1938,
menos de un mes después de la anexión, que serviría para
convalidar el Anschluss.
La unión con Alemania tuvo el apoyo del 99,73% del electorado.
Si bien el resultado no fue manipulado, sí lo había voto secreto. La papeleta se
tenía que rellenar delante de los oficiales de las SS y entregársela en sus manos, sin
posibilidad de que el elector la introdujera en una urna por sí
mismo. En dicha papeleta aparecía en el centro un círculo muy
grande donde poner "sí", y otro más pequeño a la derecha donde
poner "no", incitando claramente al voto a favor de los nazis.
sido todo el
proceso electoral. Para empezar, no había
Además no hubo campaña posible a favor del "no", pues inmediatamente
tras la anexión habían sido detenidas 70.000 personas en pocos días:
judíos, socialdemócratas y comunistas,
así como toda la cúpula política de la I República
de Austria, entre los que estaban conocidos líderes
políticos como Richard
Schmitz, Leopold Figl, Friedrich
Hillegeist y Franz Olah.
El censo electoral dejó fuera a 400.000 ciudadanos (un 10% de los
votantes potenciales), mayoritariamente izquierdistas y judíos.
Por último un dato curioso: en Innervillgraten, una pequeña
población donde la votación no estuvo custodiada por la Wehrmacht,
el resultado fue de un 95% de votos contrarios a la anexión.
Los precedentes se remontan al tratado de paz de Versalles que entró en vigor en 1920 y en un rápido resumen así sucedió aproximadamente....
Los precedentes se remontan al tratado de paz de Versalles que entró en vigor en 1920 y en un rápido resumen así sucedió aproximadamente....
El Tratado
de Versalles prohibía expresamente la unión
de Alemania y Austria en un solo Estado. Sin embargo,
ésta era una de las principales reivindicaciones que Adolf
Hitler expresaba en su libro Mein Kampf.
La población austríaca era, como la alemana,
mayoritariamente germánica. Una importante proporción de los
ciudadanos, fundamentalmente los nazis austríacos, era favorable
-desde una visión pangermanista-
a la integración estatal con Alemania, lo cual llevó al dictador
alemán a forjar la idea de una “Gran Alemania”.
En ello pesaba sin duda la situación económica de Austria,
todavía muy deteriorada por las repercusiones de la crisis de
1929, y que hacía que Alemania fuese vista por los austríacos como
la posible solución a sus problemas.
Hitler ya había intentado la anexión de Austria
en 1934, cuando el primer ministro austríaco Dollfuss
(de tendencia fascista)
fue asesinado por los nazis
alemanes que intentaron tomar el poder por la fuerza. El fracaso
del golpe de estado y la determinante oposición de
Benito Mussolini a la anexión que Alemania
perseguía, hicieron fracasar los planes de Hitler.
A partir de esa fecha la inestabilidad política
de Austria fue creciendo, alentada por el propio Hitler. El
nazismo austríaco proalemán animó a Hitler a presionar al primer
ministro Schuschnigg para que consintiese el “Anschluss”
(unión, reunión o anexión) del país. Ante
tales amenazas, el canciller austríaco pidió ayuda a Francia y
Gran Bretaña que, sin embargo, rehusaron intervenir. Para
legitimar su postura, Schuschnigg convocó para el 13 de marzo de
1938 un referéndum que expresara la posición de
la población austríaca respecto al Anschluss. Hitler se opuso a
tal plebiscito, dado que no deseaba correr el riesgo de un posible
rechazo de los austríacos a la unión.
El 12 de marzo de 1938 las tropas
alemanas entraron en Austria. Para entonces el primer
ministro austríaco Schuschnigg había presentado su dimisión y
había sido sustituido por el pronazi Seyss-Inquart.
Las tropas alemanas fueron recibidas con júbilo por la mayoría de
la población austríaca. Así desaparecía la I República de
Austria, surgida tras la I Guerra Mundial de la
desmembración del otrora poderoso Imperio Austríaco. El país
quedaba anexionado a Alemania con el nombre de “Marca
Oriental”.
Para legitimar la anexión, Hitler convocó un referéndum
en abril de 1938, que arrojó unos resultados abrumadoramente
favorables a la unión.
La tibia oposición de las potencias
vencedoras en la Gran Guerra (especialmente Reino
Unido y Francia) que debían haber garantizado el
cumplimiento de los acuerdos de Versalles respecto a Austria,
estimularon la política expansionista de Hitler. El
presidente checoslovaco Edvard Benes se sintió seriamente
preocupado por los hechos, pues comprendía que su país era el
siguiente en la lista de Hitler.
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