10/01/2007

Don Friolera

"Y en diez días del mes de febrero año de mil quinientos diez y nueve años, después de haber oido misa, hicimos la vela", así se describe el momento en que salieron de Cuba la expedición de Hernán Cortes con rumbo a las costas de Mexico, compuesta por once navios, unos quinientos sesenta hombres, entre soldados y marinería y dieciseis caballos, y lo primero que encontraron, o a donde les llevó la tormenta, fue la isla de Cozumel, recalando en la playa de San Juan, donde el agua es tan transparente que por las mañanas la claridad es tal que se ven los peces nadando bajo los cascos de los navíos y se tiene la impresión que estan supendidos en el aire. Lo que siguió después ha sido tergiversado por unos y otros, pero sin duda alguna, lo que se ha dado en llamar "la invención de Mexico", y por extensión la de toda America, cambió para siempre el mundo.

Diez años antes, y sin relación aparente, el Dr. Sylvius de la Boe, de la Universidad de Leiden, tras concienzudas investigaciones logra destilar la primera ginebra o elixir de bayas de enebro, sesenta años mas tarde Lucas Bols inicia en Holanda la elaboracion comercial del aguardiente de enebro, con millones de admiradores en todo el mundo.

Tambien sin relación aparente, desconozco las aficiones alcoholicas de Valle-Inclán mas allá de su confesa militancia carlista, (por cuestiones esteticas ¿Eh?), viene aqui la historia de Don Pascual Astete y sus cuernos - «mamarrachos sin careta que despojan la vida humana de toda dignidad,» - como el mismo Valle-Inclán definía a los personajes de sus esperpentos, que está preparando fraxinus teatro y del que a buen seguro nuestro contertulio nos hablará largo y tendido de Don Friolera y la aventura de hacer teatro como afición.
Y ya definitivamente sin relación alguna, un articulo esclarecedor sobre el sindrome que parece originar "pijos", que echa por tierra teorias que los ligaban a la estupidez, a la familia o al habitat, o al conjunto de todo ello.

Salud

Pijadas
Alicia Alvarez
(...)hace unos días leí en un nuevo periódico, que estrenaba también una «nueva sección» de ciencia, una de esas «píldoras» informativas. Es decir, una de esas noticias en las que el titular es casi más largo que la información que le sigue.

El caso, que el diminuto recuadro me hizo gracia porque el texto que enmarcaba mencionaba la existencia de un nuevo síndrome: el del «acento extranjero». Un conjunto de particularidades fonéticas, rítmicas y melódicas que, al parecer y para más inri, es bastante parecido a la forma de hablar de los «pijos». Así, un niño que había sido operado de meningitis despertó tras la intervención, según la noticia, con esta «dolencia». Es decir, hablando «pijo».

Y en principio, y siendo sincera, al leer la noticia sentí cierto alivio.

Más que nada porque, por fin y tras muchos años, había una explicación lógica a aquellas declaraciones que hizo el ex presidente del Gobierno José María Aznar cuando estuvo de visita en el rancho americano de Bush. Ésas en las que, más que por un extraño acento «texano», parecía haber sido poseído por el doblador del oso Yogui. Algo que también, y con frecuencia, les suele ocurrir a personajes como Nati Mistral, la baronesa Tita Cervera, la «nietísima» y la última ex de Álvarez-Cascos.

La pena es que, aunque sería divertido pensar que los «pijos» hablan «pijo» porque sufren este síndrome, como adolecía de republicanismo a causa de un coágulo cerebral ese personaje de Woody Allen, dudo que esta explicación se pueda aplicar a la mayoría de los casos. Más bien me inclino a pensar que su seseo, su tono nasal o su pronunciación cuasi gangosa es su manera de diferenciarse. De decirle al mundo, como al final hacemos todos, que ellos son «otra cosa».

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